G7. REUNION DE BRIBONES
Toda la parafernalia que ha organizado Macron para limpiar
la imagen del Sistema Capitalista en Miarritze
provoca vergüenza ajena. Son bribones que se reúnen para darse un baño
de multitudes. En agosto, coincidiendo con el cambio de quincena de vacaciones,
en la frontera entre dos estados cuyas
relaciones mutuas son problemáticas, en una zona que vive del verano, por tanto invadida por multitudes. El
planteamiento de la seguridad es
demencial: 15.000 flics ocupando la ciudad y espacio circundante, con sus
equipos de campaña y armamento
sofisticado para provocar miedo, aunque desconociendo
quien es el enemigo. Los “gilets jeunes” en plena efervescencia. La flota de
guerra y las fuerzas aéreas en estado de alerta. Por parte española es
humillante la disposición servil del gobierno al que se le pagan los servicios
prestados invitando a Sánchez y a Begoña
a cenar con los barandas del G7. La Ertzaintza en busca de protagonismo, sin misión alguna, activa a 4000 agentes, el 50 %
de su plantilla, para provocar interminables problemas de tráfico.
Las playas y el comercio de Miarritze desiertas y colapsada la vida de ocio que es lo que
tradicionalmente da vida a esta
incomparable ciudad de vacaciones. Controles
militares asfixiantes bajo el amenazante zumbido de los helicópteros
sobrevolando. Todo este delirio produce un
grave impacto en la actividad económica,
aunque el imprevisible Macron ha expresado públicamente su agradecimiento por el patriotismo del que una vez más el pueblo francés ha dado
muestras, aunque ovidando su humillante rendición ante los nazis del gobierno de Petain. La mise
en scène oficial de las autoridades francesas supuso un éxito clamoroso, pues “Enmanuel”, acreditado showman que lo mismo almorzaba con Trump entre sonrisas
forzadas y palmadas en la espalda, que
daba un golpe de efecto improvisando la invitación a participar en una charla al ministro de asuntos exteriores de Iran, a
quien maldita la gracia que le haría aparecer sonriendo como un payaso junto a
“Pumpkin” Trump en momentos de máximo riesgo de conflagración armada en el avispero
del Golfo de Ormuz porque USA quiere controlar el flujo mundial del petróleo.
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