.MUTRIKU: NO SE PUEDE LEGISLAR SOBRE SENTIMIENTOS.
En las fiestas de Mutriku una ertzaina ha hecho público que la Comisión de Fiestas Biziko Jai Batzordea ha rechazado su petición para participar en las fiestas patronales . Gran parte de la prensa ha dado gran difusión a la noticia con los argumentos que opone a la comisión para no admitirla. Biziko ha tomado la decisión legítimamente , por lo que debería ser respetada, aunque es un derecho universal ejercer su libertad para expresarse sin ser mediatizados, pero las instituciones y medios están interfiriendo de forma abusiva en la opinión pública. Parece que el criterio de la comisión es poco difundido entre la población mutrikutarra en contraste con la opinión ampliamente extendida de la ertzaina protagonista, lo cual tiene mucho de manipulación. Conviene resaltar, sin embargo, que actitudes forzadas de los medios públicos contribuye a que la imagen de la Ertzaintza como fuerza de orden quede seriamente dañada en el pueblo y especialmente entre los jóvenes pertenecientes a Biziko Jai Batzordea que seguramente habrán experimentado alguna vez los efectos de la actuación de la violencia policial a la que pertenece la protagonista. Como para aceptar voluntariamente que un miembro de dicho cuerpo sea admitido para compartir las fiestas con quien les ha tratado con violencia. No tienen ningún reproche que hacerle por su actuación como policía, pero si a ejercer el derecho a excluirla de participar con el grupo de jóvenes porque no están obligados a ello. Tampoco a expresar sus sentimientos personales que ni la ley ni los jueces ni la Ertzaintza pueden imponer. No es un asunto trivial que se pasará con las fiestas, se trata de un fenómeno social largamente larvado, vinculado a la idiosincrasia del pueblo vasco que por mucho que los servicios de orden público lo quieran ignorar, lo cierto es que la legitimidad de hecho de las fuerza pública es un asunto que se ha enquistado y que los inmensos medios de presión que posee la administración no serán nunca capaces de evitar estas y otras situaciones de enfrentamiento que hacen imposible que la sociedad vasca acepte con naturalidad a los cuerpos de orden público y tengan reservas a considerarles como un servicio valorado por la comunidad. A pesar de la presión de las instituciones públicas por popularizarlas entre la población. Hay demasiadas ofensas acumuladas como para ser ignoradas.
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