ELECTRICAS: BROMA DE MAL GUSTO DE SANCHEZ.
Ante el desconcierto del gobierno por el crecimiento descontrolado del precio de la luz y las amenazas públicas de Sanchez Galán, de Iberdrola, el presidente del gobierno apareció en las pantallas para apagar el incendio y publica que las medidas del gobierno para controlar los precios de la luz permitirán a los consumidores que a fines del 2021 los precios serán equivalentes a los vigentes previos a la pandemia. Sorprendió por la osadía, pues pedía un acto de fe. Ahora vuelve a asegurar que todo está bajo control, a pesar de la escalada diaria de precios que no cesa. Pero ya ha aparecido el experto que matiza el compromiso del presidente afirmando que se refería a precios promedio, no que cada consumidor volviera a los precios previos a la pandemia.. Es decir, que unos tendrán precios inferiores y otros inferiores, lo cual supone hacerse trampas como es su estilo.. Pero lo más indignante es que el gobierno trata de evitar los incrementos rebajando el IVA del 21 al 10%, es decir, un sistema parasitario de extracción de rentas públicas en favor de colectivos poderosos a través de los impuestos, pues esa rebaja no se materializa a causa del incremento del precio de venta del kw/h, lo que incrementa el beneficio de las eléctricas que se traslada vía dividendos a los accionistas y a bonus a sus directivos. Es el efecto perverso de la economía, pues para cumplir el compromiso, las eléctricas tendrán que pagar a sus clientes en lugar de cobrarles por el suministro para rebajar realmente el precio prometido por Sanchez, lo cual es un contrasentido. Es la retórica de los expertos, pues dicen medias verdades, a pesar de la sensación de que cada consumidor se reconoce engañado, no descubre dónde ni cuándo, lo cual hace que la credibilidad de Sanchez tienda a cero, porque, además, llegan a la conclusión de que no hay manera de controlar el cinismo de los directivos de las eléctricas, pues sus intervenciones rayan en el insulto y los políticos confían ser nombrados consejeros en pago a “servicios prestados”. La realidad es que no hay solución y los consumidores aceptan resignados limitándose a abonar las facturas porque no entienden las tarifas..
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