lunes, 30 de agosto de 2021

AVERGONZARSE POR LA DICTADURA DE FRANCO

AVERGONZARSE POR  LA DICTADURA DE FRANCO.

De joven, cuando iba los veranos  a Alemania a estudiar el idioma

decía que era cubano porque era partidario de la Revolución de  Fidel  Castro y El Che y   porque  sentía vergüenza de  Franco. En aquellos tiempos de posguerra casi todos los alemanes  eran  nazis, unos veladamente, otros sin pudor.  Cuando  se enteraron  que era español me expresaron  su satisfacción pensando que me halagaría. Argumentaban  que   una dictadura era el  sistema de los pueblos que luchan por   recuperar la dignidad perdida  y baja autoestima. Se referían a la humillación que les supuso el Tratado de    Versalles impuesto por las potencias vencedoras  en la Primera Guerra mundial  que dio origen al Tercer Reich,  el triunfo  de  Hitler y que provocó  la Segunda Guerra Mundial.  Uno de los veranos,  de  vuelta  a Bilbao  al llegar a Hendaya   al revisarme la policía  el pasaporte  para comprobar si había estado en  “URSS  y  países satélites” , según  un sello impreso que lo  prohibía,   apareció uno que me pusieron  los VOPOS en la  Brandemburg Tor que mostraba  mi estancia  en Ost  Berlin. Me abrieron  expediente en el Tribunal de Menores y unos funcionarios de aspecto siniestro  me sometieron a  duros interrogatorios durante más de un año .Me sentenciaron  a  una  multa  de 250 pesetas y me impidieron presentar a los exámenes de junio y setiembre siguientes. Además,  en  mi  libro de escolaridad  aparecía   una diligencia que me definía como un  delincuente.  Alguna mente enferma relataba que había convivido en un Kolping con  estudiantes  cubanos de la Universidad Alexander Humbolt  y otras  aventuras de las que    me siento orgulloso.  No tengo para olvidar la ”Schützenfest” a la que me invitaron los  nazis nostálgicos cargados de cerveza y snaps  cantando “Horst Wessel Lied”,” Erika” y basura militar  esperando    la vuelta del Führer. Disimulé hablando  con acento cubano y me  felicitaron  por pertenecer a   “una nación que conserva la dignidad”. Me marché asqueado,  después del susto que se llevaron al  decirles confesarles mis simpatías por Cuba.

 

 


 

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