POLICIA NO: PROTECTORES DE LA PAZ.
Suena ya a costumbre la reacción popular cuando se produce un crimen del macho que ejerce su dominio sobre su compañera a la que agrede por abandonarle por falta de amor o por malos tratos o humillaciones. La autoridad convoca al pueblo a guardar cinco minutos de silencio ante el ayuntamiento. Incluso a manifestaciones espontáneas condenando el machismo. Todo ello transido de patetismo, pero trascurrido el impacto emocional, en breve vuelve la rutina pensando que así se ha hacho justicia y que serán los jueces y la policía los se responsabilicen de lo que supone recuperar la paz. Pero en la ciudadanía concienciada queda la sensación de impotencia, pues siempre se teme una nueva víctima. La ciudadanía está harta de la ineficacia de tanta policía que tiene tan alto costo económico y que se limitan a capturar al asesino y llevarlo ante la justicia. Pero con la conciencia de que policía y tribunales se hallan todavía en la fase represiva del crimen, no en la preventiva que sería lo eficaz y no que se produzcan muertes aunque se detenga al criminal.. Hay que cambiar radicalmente la filosofía de la acción policial, algo improbable, porque su prevención esta encomendada a cuerpos policiales y militares preparados para el uso de la fuerza y que actúan a posteriori de producirse el delito, por tanto el resultado es irreversible y sólo tiene el efecto punitivo.. Hay que cambiar el modelo encomendando el sistema a expertos en psicología y opuestos a ultranza al uso de la fuerza que limita la capacidad deductiva en prevención de hechos mortales. Se requieren especialistas que conceptualmente sean “protectores de la paz” en contraste con la visión represiva que opera sobre hechos consumados. Es en euskara el término “ertzaintza”, que equivale
a “protector”, Realmente la policía vasca debería cambiar la filosofía de su servicio a la comunidad y ello sólo es posible si se eliminan de su formación conceptos como fuerza y violencia e incorporando agentes con formación de psicólogos sin armas y altamente cualificados en solución de conflictos. Pero este cambio sólo es posible en un sistema en el que realmente la justicia sea democrática.
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