viernes, 18 de enero de 2019

VASCOS POR EL MUNDO



ETB juega con los sentimientos de los/as jóvenes vascas/os que tienen  que emigrar en busca  de trabajo que aquí no encuentran. Ello es  humillante y un despilfarro,  pues supone  no recuperar el costo  para la sociedad formarle profesionalmente y a la hora de generar rentabilidad  se queda para beneficio del país que se aprovecha de la necesidad de trabajo del joven y la falta de criterio  de nuestros políticos y profesores que no saben valorar la sangría de la  marcha al extranjero  de  jóvenes bien preparados profesionalmente  quedando  aquí  jubilados y gente sin formación específica. Pero lo grave es el trato entre cínico y folclórico que se da a esos jóvenes exitosos  que aparecen en el programa  VPM.  No se entiende que a los que están   trabajando en los lugares más lejanos se les considere  nuestros  embajadores  de lujo porque son titulados superiores que han tenido que superar  procesos complejos para conseguir puestos de trabajo altamente cualificados exitosos  y bien remunerados y que  en las entrevistas en ETB, estimulados por el/la locuto/a de turno que les jalean aparentando que todos los jóvenes que salen de la CAPV en busca de futuro son como los que protagonizan el cuento de Cenicienta. Es una imagen falsa, pues la realidad es que la mayoría que no aparecen en pantalla se  han visto obligados a emigrar y malviven trabajando en tareas  sin relevancia,  que nada tienen que  ver con sus conocimientos  obtenidos  en EH. Y lo paradójico  es que nuestras autoridades  han creado programas para incentivar la repatriación de esos jóvenes que han logrado éxito relevante en el extranjero y les ofrecen  becas y ventajas laborales y en el límite del cinismo se  captan científicos extranjeros a los que se ofrecen trabajos que deberían estar cubiertos con prioridad  por profesionales  emigrantes vascos. Pero se otorgan a científicos primeros espadas  de todas partes del mundo para proyectar una imagen de prestigio internacional de Euskadi. Las instituciones internacionales cuentan con médicos, abogados o filósofos vascos, pero nuestras instituciones fichan a eminencias extranjeras. Tan frívolo como si se tratara del Barsa o el Madrid.

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