viernes, 9 de junio de 2017

LA LEY DE VAGOS Y MALEANTES




LA LEY DE VAGOS Y MALEANTES
Me acaba de mandar mi amigo Rolf  un artículo publicado en un periódico de Nürnberg escrito por mi viejo colega Iñaki en un perfecto alemán. No he vuelto a saber nada de él desde hace muchos años. Solíamos ir  los veranos a Alemania para aprender la lengua, respirar  libertad y  saber qué era tener que trabajar para vivir. Era la época del bloqueo de Berlín y los aliados trataban  de meter el dedo al ojo de la URSS a base de propaganda . Una modalidad era llevar a centenares de estudiantes extranjeros  a visitar Berlin  en los   gigantescos  B52.  Nos recibió el alcalde Willy Brandt en el ayuntamiento; recorrimos la ciudad,  bueno, las inmensas ruinas. Allí nos albergábamos en los Kolpinghaus, que eran residencias para gente con escasos recursos. Un día nos llevaron a visitar Berlín del Este. Cuando llegamos a la Brandenburg Tor, los Vopos nos revisaron el pasaporte. En el español teníamos un sello que decía: “Válido para todos los países del mundo, excepto Rusia y países satélites” Si nos  ponían el de la DDR, al llegar a la frontera con  España la policía lo descubriría, por eso  pedimos a los Vopos que no nos los  sellaran, porque si no, no podíamos pasar al Este. Así nos lo prometieron, pero de vuelta nos lo pusieron. Al llegar a la aduana  de Irún nos metieron en una sala, asándonos a preguntas. Al final nos dejaron  marchar, lo que nos sirvió para farolear de la aventura  entre los amigos. no entendíamos nada. Días  después recibimos un  escrito del Gobierno Civil  comunicándonos  la apertura de un expediente ante  el Tribunal de Menores ya que éramos menores de edad. Se nos anunciaba la aplicación de la Ley de Vagos y Maleantes. Se nombraba un tribunal con un juez, un fiscal y un vigilante de guarda. Tuvimos que asistir a interminables interrogatorios, durando todo el proceso más de un año. La sentencia  nos condenaba  a una multa de 250 pesetas. Se anotada la sanción en el Libro de Escolaridad y nos impidieron presentarnos a los exámenes las dos siguientes convocatorias. Años después salí de alférez con muy  mal número y me mandaron a un cuartel en una división de montaña. No me atreví a declararme insumiso. Todavía me suelo despertar aterrado pensando que  tengo que comparecer en aquellas sesiones macabras en el Tribunal de Menores.

5 comentarios:

IRIS dijo...

A pesar de ese terror nocturno que te suele despertar, en cierto modo te puedes (os podéis) considerar un "privilegiado", al no ser recluidos en un campo de concentración a hacer trabajos forzosos o ingresaros en un centro psiquiátrico o en la cárcel. Me supongo que no lo hicieron porque erais menores, la situación económica familiar no era la de la mayoría de la gente en esa época....quién tenía 250 ptas. para pagar una multa...cuando apenas tenía para llevarse un bocado de pan?.
Seguro que mas de un menor de edad con escasos o nulos medios económicos familiares...fue recluido en algún lugar de los arriba mencionados hasta que se "regenerase" y fuera apto para la vida en la sociedad del régimen.
Saludos.

Fede dijo...

Javier; tener esos recuerdos de la dictadura te honra; porque habla de que has tenido siempre un alma limpia y sensible...desgraciadamente, como bien sabes por propias experiencias, otros de tu clase social que vivieron esas circunstancias, se han alineado junto a los verdugos; y ahí continúan.

Un abrazo militante y solidario.

egaz dijo...

Hombre, Iris, quien no dice que esas 250 ptas. las tuvo que sacar mi padre de donde pudo? En todo caso, creo que lo central del relato no es la posición familiar, lo que quería poner en evidencia es que me aplicaron una ley que es un contrasentido, además de ser muy jóvenes. Iba a Alemania porque mis padres valoraban la cultura y la educación y tenían que hacer equilibrios para supervivir. Pero no me quejo y me enseñaron a ser rsponsable, aunque mis convicciones sociales y políticas han ido evolucionando a lo largo de la vida. Muy buena tu aportación que te agradezco.
Fede: relativamente limpia, pues si te digo la verdad me veo bastante poco consecuente con mis pensaminetos a la hora de actuar. Gracias por tu espíritu combativo y, ,sin embargo, siempre sensible a los humanos.

IRIS dijo...

No, no iba por ahí mi argumento, siento no haberme sabido expresar mejor....seguro que a tu padre le costó reunirlas, como cualquier padre que quiere lo mejor para sus hijos y se preocupa de su educación y bienestar, mi argumento es que esa Ley de Vagos y Maleante era el poder quitar de circulación a todo ser viviente que molestara ( vagabundos, gitanos, homosexuales,etc)y a los que creían que dudaban de la bondad del régimen, recluyendoles en campos de trabajos forzados ( casi esclavizados),en la cárcel o en manicomios ( caso de homosexuales principalmente) incluidos los menores de edad y sin medios económicos.
A vosotros seguramente al constar que fuisteis a la Alemania comunista consideraron que veníais infectados de ideas revolucionarias y decidieron aplicaros una vacuna, la vacuna del miedo con la Ley de Vagos y Maleantes.
Y lo siento Javier, siento que aun hoy en día tengas esas noches de terror.
Salud.

egaz dijo...

Fede: me confortan tus palabras de ánimo, pues recordar aquellas experiencias juveniles me parecen mentira. Todavía me acojono.