viernes, 23 de diciembre de 2016

EL CORPORATIVISMO ESPAÑOL



EL CORPORATIVISMO ESPAÑOL
Una de las principales causas del retraso secular en todos los órdenes son los corporativismos  de los grupos de presión. Cada colegio profesional la ejerce sin límites en defensa de sus privilegios, sean o no legítimos. Abogados, médicos, ingenieros, todos procuran arrimar el ascua a su sardina y en su defensa suelen defender lo indefendible. Qué decir de la policía. Los detenidos se arrojan por las ventanas de las comisarías porque,  argumentan desde sus agrupaciones sindicales, que los terroristas tienen instrucciones de sus jefes de autolesionarse para desacreditarles. Cuando se produce algún hecho irreversible los argumentos para  autojustificarse rayan en el esperpento y la población formada  y con criterio ha dejado hace mucho tiempo de otorgarles  credibilidad. Los jueces defienden a sus colegas de profesión  ante  delitos flagrantes a base de retorcer la interpretación  de las leyes y en último extremo presionan el gobierno para que les indulten. Pero es  el corporativismo de la clase periodista el que llega a límites sobre  el que necesitarían a hacer  una reflexión profunda habida cuenta del desprestigio que acumulan  y  son considerados los de menor credibilidad del mundo civilizado. A su corporativismo se añade la ignorancia y osadía  fruto de la falta del sentido del ridículo. El periodismo tiene suma trascendencia porque trafican impunemente con la fama y el prestigio de las personas  a las que se les persigue sin descanso  aduciendo que es su profesión y que contribuyen a sanear la vida pública. No es prioritario que sea verdad lo que publican, lo importante es que cause sensación. Además, saben que sus fechorías quedan impunes, pues si bien los perjudicados tienen  derecho a acudir a los tribunales, el efecto es irreversible. Por otra parte, los jueces se toman su tiempo para – afirman- garantizar el  derecho a la presunción de inocencia hasta ser sentenciado. Fórmula que exime al periodista de responsabilidades reales. Los jueces prefieren no interferir en los periodistas por la cuenta que les tiene, pues saben que ante una sentencia en  contra de los periodistas  se  van a revolver  y pueden arruinarles la carrera.  Porque España no es un estado de derecho como proclaman los “patriotas” que se dedican a violarlo;  es sólo un país de leyes farragosas, contradictorias y que sirven para declarar inocentes a quienes la sociedad considera culpables.


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