martes, 19 de mayo de 2015

RAZONES PARA ENTRAR EN POLITICA



RAZONES PARA ENTRAR EN POLÍTICA 
Es una pregunta con segundas intenciones que se plantean los ciudadanos cuando analizan las motivaciones que llevan a algunos/as a participar en política. Tiene su morbo, pues es difícil de entender que alguien  pueda soportar gratuitamente la presión que soportan ante las exigencias  de la población, cuando no los desprecios, críticas y humillaciones  en la prensa, mítines y reuniones públicas. La pregunta es pertinente: qué les impulsa a soportar tantos riesgos y recibir tan escasas satisfacciones. Más aun: los éxitos se ignoran pero los fracasos o deficiencias en la gestión se magnifican.  Así y todo  la cantera de candidatos en elecciones es inagotable. Es difícil de creer  el argumento reiterativo: “Querer servir a la comunidad”. Ya está demodé y los ciudadanos se lo toman a chacota, pues ya hace mucho de dejó de ser creíble. Después, con la democracia se acuñó uno nuevo, más aséptico y que podría justificarse  desde una visión profesional. “Hacer carrera política” era el lema. Pero con la que viene cayendo, ambas razones han quedado sin base, más bien sirve a la población para  caricaturizarles.  Para muchos la razón es más prosaica: es una manera de  lograr un puesto de trabajo bien remunerado que pueda servirle de palanca para asegurarse un futuro próspero que en su posible trayectoria privada no podría ni soñar.  Para otros es la pasión por el protagonismo, pues es evidente que de una u otra manera logran estar en el candelero, aunque sea  a costa e  actuar como marionetas. Sin embargo, el ciudadano corriente  se cuestiona si merece la pena soportar tantos sustos, reproches y crearse tantas enemistades a cambio de un instante de gloria de vez en cuando. Decía Indalecio Prieto a preguntas de un periodista: Pero, don Inda, tanto gusta el poder? .Respondió con su habitual agudeza y sin guardar las formas de cortesía : “Mas que el “h”oder cuando se es joven” (pronunciando mal la J). No se puede considerar porque es  imposible que haya razones espurias como enriquecerse corrompiéndose o utilizar el cargo para cometer delitos. No es posible que personajes públicos  que buscan el bien común se perviertan. Como no puede ser, mejor ni plantearlo por respeto al noble arte de la política.


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