LA VENGANZA DE LOS JUECES
Un juez de la Audiencia Nacional en una conferencia pone de
chupa de domine a la clase política a quien acusa de corruptos, ineptos,
afirmando que se avergüenza de su incultura; que hacen el ridículo cuando participan
en instituciones internacionales. Habría que conocer lo que opinan los
políticos sobre los jueces, pues tienen dónde cortar. Sorprende la
pasión sobrevenida por su lucha por la justicia y contra la corrupción
tratando de proclamar la misión sublime de los jueces. Su conversión repentina
recuerda la de Pablo de Tarso fulminado
por el rayo divino. A qué se debe ese repentino furor defensor de la justicia?
Es que hasta ahora no existía corrupción
para que los jueces la persiguieran? No denunciaban haber sufrido torturas algunos detenidos
por terrorismo y la respuesta de los jueces era imputarles por considerar
falsas dichas denuncias?. No habían intuido que en tribunales internacionales
sus sentencias eran tan endebles que serían revocadas? No será que las
sentencias del TEDH les ha mostrado que las de los jueces españoles equivalen a la calidad
e impericia de los políticos a los que
critican los jueces y que ahora están siendo pasto de investigaciones eternas, retraso
intencionado que se convierte en un sistema de argucias para retrasar las sentencias. Ahora han surgido los jueces
justicieros que denuncian todo lo que se mueve y se dedican a filtrar a la
prensa las investigaciones que son secretas por su propia naturaleza. Montan
macroprocesos gigantescos que es
imposible darles cauce por su volumen y su complejidad. Se quejan los jueces de
que les faltan medios. Una vez más se escudan en deficiencias ajenas para tapar
sus vergüenzas, pues el meollo no reside
en el número de jueces. O es que nos quieren convencer de que con el doble de
jueces tendríamos la justicia actualizada? El problema es el sistema que han
creado los jueces que no quieren perder protagonismo. El derecho garantista que
tanto se proclama realmente es una manera de poner cortapisas para el devenir
fluido de las causas y prescriban las causas o se enfríen los ánimos de la
sociedad ante casos irritantes. El derecho garantista además no se aplica con criterios uniformes. Básicamente
favorece a la delincuencia “white collar” pero nada a los que comenten otros
delitos que se enjuician por indicios y con escasas garantías. La
regeneración de la vida social de un
país libre y democrático requiere como condición previa una justicia ejemplar y
unos jueces que deberían responder ante la sociedad con especial rigor ajustado a un código de conducta que estimule a la sociedad a
confiar en ellos y no sirva de escándalo
cuando redactan sentencias muy ajustadas a la ley, sí, pero que la opinión
pública valora como favorecedora de privilegiados.
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