LA ESPAÑA AL REVES.
Un periodista vasco escribe que ha puesto el mapa de la Península Ibérica al revés: el norte abajo, el sur al norte.. Ha quedado sorprendido, pues comprueba que Sevilla está en el Cantábrico y los andaluces visitan encantados la elegante Iparralde. Que Barcelona en el Atlantico se aleja de la frontera francesa y que le separa de la Catalonia Norte. Que Euskadi tiene frontera con Gibraltar que le da un tono internacional y cosmopolita, pero viendo con horror que su vecino es Marruecos y más abajo el Sahara. Y todos los que fueron chiringuitos playeros son fábricas de acero, refinerías y puertos. Comprueba, no obstante, que Madrid sigue en el centro esté o no al revés el mapa. Es inamovible. Portugal se ha convertido en amable país de sol mediterráneo, cuando siempre está bajo la borrasca del Atlántico, admirado por sus gestas marineras de conquistadores y descubridores de continentes remotos. Como vasco dice que experimenta una sensación de agobio al ver que tiene encima el peso de toda España, cuando con el mapa normal sólo tenía el mar Cantábrico a veces furioso.Que echa de menos el sirimiri , el verde de la hierba fresca y la bruma. Necesita la paz de los paseos de los pueblos costeros llenos de sabor marinero, los acantilados de Gaztelugatxe, Ogoño, el Zist de Zumaia o Aralar. Al final confiesa que el artículo era sólo un divertimiento, pero que rechaza experimentos porque cree que no le va gustar a catalanes y los portugueses temen que España se decida y les invada. Por descontado que los vascos prefieren poner el mapa en posición normal. Pero pone en duda de si los demás pueblos de la península aceptarían volver a la situación natural, pues en secreto admiran a los portugueses que son independientes y a vascos y catalanes que sueñan con serlo.
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