martes, 24 de diciembre de 2019

EL ORGULLO DE NOMBRARME AITITE


EL ORGULLO DE NOMBRARME  AITITE
Es una emoción  íntima y especial que un niño me haya elegido para ser su aitite, pues el parentesco es fruto de la biología  y no hay posibilidad de rechazarlo. Sólo en el caso de mi nuevo biloba  Markel,  cuyo aitite biológico, Txusma, que murió hace unos años y supuso  para él una gran  pérdida porque le quería mucho y se sentía muy feliz con él, se puede valorar el regalo que me hace reconocer que tengo un nuevo y cariñoso  nieto.. También el aitite Txusma tenía un especial cariño por su nieto; se hacían  mutuamente felices.. De manera que su deseo de que yo fuera su nuevo aitite, aunque sólo   para poder sentirme orgulloso de lucir  nieto a pesar de ser sólo   político  me ha supuesto un chute  de felicidad, pues nunca soñé  que alguien me concediera el honor de darme entrada en su círculo familiar.
También tengo que decir que, inicialmente,  al ser inesperado me sentí extrañado  y no sabía el significado que esa nueva situación familiar  supondría en mi vida, pues bien sé que los aitites somos  unos  trastos viejos que no pintamos  nada en los núcleos  familiares, más allá dar la tabarra,  tratar de ser protagonistas aunque  realmente somos insignificantes e inútiles para hacer recados sencillos  que les encargan  los hijos e hijas, aunque para  son importantes  a la hora de poder  disponer de tiempo para sus restantes  funciones familiares o profesionales,  como llevar a los nietos cuando son pequeños a la ikas, darles la paga los domingos, llevarles de paseo para descargar y liberar  a los padres o contar batallitas  a los nietos  porque   los hijos se los han escuchado tantas veces que se sienten aburridos y les escuchan por compromiso.  Pero es verdad que los aitites son como los hondakinak, pero  que en lugar de echarlos a la basura porque no sirven para nada,  se les  mantiene por compasión o romanticismo  y para que, remedando a  García Marquez, porque  “El abuelo no tiene  quien le escuche”
Pero al margen del afecto  que me producía ir  conociéndole cuando  suelo visito a la familia,  me estimula  y sorprende  en especial la manera de reflexionar de Markel y que su ama me venía contando satisfecha por su originalidad y porque me produce una especial satisfacción que alguien me cuente sus vivencias personales o familiares como es el caso  de su ama Maribel conmigo, lo que me hace sentir  el orgullo de tener  un biloba con estas virtudes y características personales que le hacen ser popular, querido por todos con los que se relacionan con él  y porque posee una personalidad  tan  natural y  atractiva, como espero poder describir si logro expresar con palabras mis sentimientos.
En general los niños o niñas cuando son pequeños  tienen un atractivo especial por su sencillez  y espontaneidad que atrae a los adultos, pero también el trato con ellos  requiere mucha paciencia y pedagogía para que la rutina de la vida  no permita olvidar a sus padres a la hora de exigirles  que son niños, no personitas pequeñas. Necesitan los niños estimularles para  que   reflexionen y  sepan que están en fase de descubrir las  novedades que se les presentan permanentemente, pues para los niños todo es nuevo, por eso poseen una  capacidad de observación mucho   mayor que la de los adultos, pues éstos ya conocen porque ya  han descubierto casi todo lo que la vida les va a ofrecer. Esa es la característica de los gurasoak, que   son adultos  porque ya han llegado al conocimiento y dominio de lo fundamental para desenvolverse por sus propios medios. Aunque, desgraciadamente,  la mayoría nunca lo  logrará porque creen que la paternidad/ maternidad es sólo un fenómeno  derivado de un instinto. Que también poseen los animales.  
Los niños en su ingenuidad no pueden valerse por sus propios medios, si se les dejase  exclusivamente  por sí mismos sucumbirían en poco tiempo. Por eso requieren una atención discreta, permanente  e inteligente  de sus padres, lo que quiere decir que la paternidad es algo que en general se considera  una carga exclusivamente y se olvida que es  el fruto del amor y generan felicidad, que eso si que  no poseen los animales.
El relato que me hizo su madre, Maribel, sobre la manera de reflexionar a la hora de  elegirme como su posible nuevo  aitite me pareció la expresión de la rica  personalidad de Markel. Me siento orgulloso, casi rozando  la soberbia la felicidad  que me produjo cuando lo supe. No voy a hacer un relato, que daría la imagen de un “narciso”  entusiasmándome  de mis virtudes.
Como es habitual en las relaciones madre-hijo, existe un flujo amable y  continuo  porque el niño busca comunicarse con su madre y ésta, lógicamente  se siente satisfecha y le corresponde con igual sentimiento. . Es decir, hay una relación ideal entre ambos, a pesar de que a veces Maribel se siente desbordada por los juegos simultáneos que tiene que atender en diferentes espacios de su actividad humana, familiar, profesional   y social. De manera que hay un feed-back permanente sin tener que procurar buscar el momento apropiado: el momento idóneo  es permanente y las conversaciones tratan  sobre todo lo imaginable, pero  resalta la  profundidad por parte del hijo que tiene una especial agudeza a la hora de plantear cualquier  punto de vista. Siempre hay algo diferente  que enriquece el diálogo. Es imaginativo e imprevisible, de alguna manera resalta su capacidad para comunicarse con los demás con criterios que  sorprenden  dada su edad. Domina el natural sentido del ridículo tan común entre los niños que les sirve de escudo para salir del apuro que le produzcan las relaciones con otros/as  sean adulto/as o niño/as. No tiene sentido del ridículo que limita tanto las relaciones con otros niños o adultos, es espontáneo y sabe improvisar y escuchar porque pone interés en todo lo que expresan los demás; es el espíritu de la curiosidad que tan desarrollado tienen los niños, aunque limitado por los  sentimientos de vergüenza que también les afecta mucho.
Mi intención es  intentar proponerle  que acepte ser mi heredero ideológico y que reciba mis cuadernos de  diarios personales que voy redactando desde el año 1961. Hasta ahora son unos 120. En total serán alrededor de  40.000 páginas.  En ellos redacto todos los días varias  páginas en las que descargo mis pensamientos que me surgen espontáneamente y que los expreso con la  plena libertad  de quien  sabe que nadie las leerá, lo cual  me permite hacer mención  a todos los temas imaginables que le pueden surgir a una persona como yo que goza plasmando sobre el papel ideas, sean o no oportunas, ofendan o no a quien menciono en cada crónica, pues tengo la protección de mi propia intimidad y son secretas y  que no quiero que nadie penetre en ella. Markel será el primero y único que las conozca, pero con la tranquilidad y la paz que me produce  saber que tendrá   acceso a mis escritos a partir de mi desaparición de este mundo. Es la muestra más sincera  de mi confianza y  afecto.
También quiero que sea el destinatario de algunos fondos que le permitirán asegurarse que en cualquier posible  coyuntura negativa que afecte a su  familia o a su entorno sea voluntad de sus  gurasoak podrá asegurarse la atención  a  de los gastos que requieran   sus estudios de manera que la  hipotética carencia  de medios no sea lo que le limite su capacitación profesional y personal.
Pero el carácter de ser mi heredero radicará en que recibirá la donación de todos los libros en los que he incluido mis escritos  que me han publicado en los diferentes periódicos en forma de “cartas al director”.  He redactado aproximadamente  uno cada año, o sea que actualmente son  15 ó 16 y que seguiré editándolos mientras  viva y  tenga algo que decir. Además, pediré  a Markel  que se haga cargo de todas las páginas de los diferentes periódicos en los que aparecen mis cartas publicadas que tengo archivadas.  Por ahora son unas mil, pero en realidad existen  otras mil más aproximadamente, pero que no las  he conservado  todas desde que empecé a enviarlas a los diferentes periódicos y me las han publicado..  
Para los gurasoak de Markel tengo el encargo de que sean los depositarios de mi biblioteca: no tiene ninguna característica especial que la haga diferenciarse de cualquier otra, sólo el hecho sentimental  que constituye que son  los libros que he adquirido desde que  empecé a leer como una necesidad vital. Por tanto, han influido en mi ideología y forma de pensar  y además  son “mis amigos los libros”. No es sólo una frase, es que cuando era jovencito, además de leerlos los solía mirar con cariño y les declaraba como mis amigos. Es decir, el efecto sentimental está en sus páginas y en algunos casos contienen secretos e intimidades,  por el lugar donde los he leído, en otros por quien que me lo regaló o si fue algún préstamo que no devolví. No lo creo, pues siempre he sido querido que los libros que leyera tenían que pertenecerme, que fueran míos como si fueran mis hijos; en realidad más que si lo fueran.
Finalmente quiero hacer una solemne declaración de lo que supone para mí, un viejo y solitario que ama la vida con tanta pasión, pero que es consciente de que se termina, que el testimonio espontáneo de Markel al ocurrírsele la idea tan original de desear tener un aitite por adopción y no por consanguinidad  es una emoción que supera mis más inesperadas  expectativas. Que ese deseo de tener un aitite me lo expresaran mis nietos que provienen de la biología familiar, si bien sería muy extraño que quisieran conocer s su abuelo, dadas las relaciones inexistentes, me parecería hasta ciertopunto posible, pero que un chaval al que no conozco ni me conoce, que haya profundizado en mi personalidad y le haya parecido bien y desee  que me convirtiera en su aitite constituye un honor que sólo saben valorar en su justa medida algunas personas que, modestia aparte, somos capaces de asumir detalles que la mayoría de la gente considera que no es de esta época, que sería  romanticismo del siglo XVIII.
Para terminar, Markel, Maribel: si os soy sincero, no sé exactamente lo que quería deciros, me he puesto a aporrear sobre las teclas mis pensamientos  que he dejado que fluyan sin control. Al final ha salido lo que os digo más arriba. Quizá después de escribirlo y que lo leáis me arrepienta: no me importa, muchas veces me comería lo que he dicho o escrito, sólo que en general lo que escribo para mi intimidad es el producto de un estado de ánimo y que cambia en cualquier momento, pero nadie lo conocerá. Lo que pasa en este caso es que además de escribirlo con el corazón y la mente, vais a leerlo y ese es el riesgo de sincerarse y que otros  lo conozcan. No importa, me arriesgo porque tampoco es muy normal que me elijan ser aitite, es un honor, os lo reconozco.








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