lunes, 2 de diciembre de 2019

"AY DE AQUEL QUE ESCANDALICE A UN NIÑO"



“AY DE AQUEL QUE ESCANDALICE A UN NIÑO”
Continúa la cita del evangelio de San Lucas 17.1-6  “…más le valdría que le ataran al cuello una piedra de molino y le arrojaran el fondo del mar”. Una severa condena, pero que se corresponde a la gravísima ofensa a la inocencia por abuso de  niños y niñas. Y su responsabilidad  se multiplica cuando son ministros de la iglesia católica que  les  educan en centros  o les reúnen en locales de diversión dirigidos por eclesiásticos. Es el relato de  obispos, cardenales, papas en los palacios y  curias donde se les somete a abusos o en conventos de órdenes  religiosas donde el celibato era y es  la regla rígida que se impone bajo pecado grave  sin otro  argumento teológico más allá de la  tradición Es obvio que la pedofilia  es una plaga que no ha surgido recientemente, no podemos ser ingenuos, viene de antiguo.. Actualmente  se trata de denuncias  de quienes fueron víctima inocentes de los abusos de ministros pederastas, que  al hacerse adultos,  soportando el drama que ello  supone,  se han decidido  a hacer  públicas su tragedia  y denuncian  a quienes se han aprovechado de su infantil  ingenuidad. Porque los eclesiásticos pederastas han ocultado sus perversiones sexuales tras  el  silencio oculto, cómplice y cobarde de  papas, cardenales, obispos, párrocos  y superiores de las órdenes en lugar de optar por la  justicia y  hacer públicas las miserias que desde hace muchos años es práctica habitual  degradando el mensaje de justicia y  solidaridad  del evangelio de  Jesucristo.. El Papa Francisco ha asumido  la responsabilidad de levantar las alfombras bajo las que se han ocultado desde tiempos inmemoriales   escándalos que han  sumido a la institución en el caos actual  y del que es casi imposible recuperarse, salvo que se vuelva a los  orígenes del evangelio y se proclame que   ser creyente supone  un riesgo y no una ventaja para medrar como hasta ahora.  


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