LOS
DELEGADOS DEL GOBIERNO CENTRAL EN LA CAPV
Analizando
la galería de ilustres, parecería que Madrid envía a Euskalerria lo más inteligente
e imaginativo de la selecta reserva que
dispone, dado que su compleja misión consiste
en recurrir todas la leyes que se aprueban en el Parlamento Vasco, reprimir el
euskara y meter el dedo en el ojo al independentismo. He aquí una relación de
los más selectos. El dialogante general Ibáñez Feire. El dicharachero y ligón
general, Saenz de Santamaría. Ramón Jáuregui, quien a pesar de ser el
responsable de las fuerzas policiales, ignoraba las hazañas de los GAL ,
librándose de ser juzgado. Otra joya es Mikel Cabieces, que al ser destituído
como delegado y quedar en paro, la BBK urdió
un montaje para pagarle 6000 € al mes simulando ser asesor. Por fin accede a
este puesto de tan alta responsabilidad Carlos Urquijo, el agudo y leal
intermediario facilitador de las fluidas relaciones entre ambos gobiernos.
Merece destacarse su preocupación por la difusión del euskara, su capacidad para negociar con las
instituciones autonómicas vascas a quien tanto se echa de menos desde que tuvo
que abandonar el cargo porque ser descubierto comprando artículos de contrabando
en los “top manta” Los vascos están a expectantes
por conocer a través de cual puerta giratoria pasará para ocupar un cargo
adecuado a su capacidad y descansar del esfuerzo realizado durante su eficaz misión como delegado.. En todos los nombramientos
resaltaría la especial atención de las autoridades responsables para designar
personas capacitadas en aspectos tan delicados como las relaciones con esta
comunidad rebelde que nunca se saciará en sus desmesuradas exigencias. Pretenden
eliminar la rojaigualda de los edificios
públicos y sustituirla por la ridícula ikurriña. Redactan los documentos
oficiales exclusivamente en euskara, ignorando intencionadamente que el idioma nacional es el español, patria de la que el País Vasco es parte
indivisible, según la sacrosanta Constitución .
El actual, don Javier de Andrés, es otro intelectual en el que los
vascos tienen puestas todas sus ilusiones.
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