JUECES ESPAÑOLES: VALIENTES Y
PRUDENTES.
Los jueces españoles son universalmente
prestigiosos, no sólo por sus
conocimientos de leyes y su capacidad deductiva en la investigación, sino por
su prudencia, una virtud poco frecuente en la judicatura
que se siente iluminada por el Espíritu Santo. Su valentía es
incuestionable, demostrándolo: si hay que procesar a Mas, a Puigdemont y
otros separatistas catalanes, se les
abre diligencias, demostrando su independencia. Si el Presidente del Parlamento
vasco se excede: adelante, nadie por encima de la ley. Si Pinochet es acusado
de genocidio, se pide su extradición, aunque ya destronado y
demente. El juez Garzón, en busca de su minuto de gloria, fracasó. Cambió de dictadores exigiendo la de los criminales de la Junta Militar argentina.
Aun está a la espera. Jueces que tuvieron el vigor de aplicar a presos vascos la Doctrina
Parot, tuvieron que admitir que el TEDH la considerase no ajustada a derecho y dejar libres a 50 presos vascos con sentencias
ya cumplidas. Pero, como se explica, es
la prudencia su virtud complementaria
del valor. El juez Garzón no deducía testimonio por prudencia cuando los presos
acudían a declarar después de pasar por comisaría denunciando torturas. En la
causa Gürtel se considera innecesario la
declaración de Rajoy, acusado de cobrar en B y de ocultar información al
instructor sobre corrupción. Prudencia es rechazar la aplicación de la justicia
universal contra acusados chinos ante
las amenazas del gobierno de su país de represalias. Prudencia es paralizar la
petición de extradición de marines que desde un tanque en Irak liquidaron a un fotógrafo español. Por prudencia no se
procesó al Sr. X fundador de los GAL. También por prudencia
la rápida puesta en libertad del General Rodríguez Galindo. Se
excarceló a Blesa por prudencia, pero no
faltó coraje para suspender al juez Elpidio. Por prudencia se permite a Rato e
implicados en la Gürtel y otros macrojuicios la libertad destruyendo pruebas, para
demostrar que en España se respeta seguridad jurídica de delincuentes
“White collar”, pero con el máximo rigor con desahuciados, desalojados
amablemente por la policía. Es ejemplar la prudencia e independencia de la
Audiencia Nacional y de la Fiscalía, que garantizan desde siempre la justicia.
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