EL QIUJOTE NO FUE UN LOCO, SINO UN IDELAISTA.
La más bella obra literaria que narra las aventuras de un caballero que se le califica de loco por afirmar que unos molinos en el Campo de Criptana eran gigantes a los que se enfrentó quedando malherido al ser golpeado y derribado por sus aspas. Ahora es tiempo de dar la razón al Ingenioso Hidalgo, pues quien se atreve a enfrentarse a la violencia de los modernos molinos de aspas de 200 metros de diámetro instalados en cumbres y espacios públicos que montañeros y amantes de la naturaleza consideran poderosos gigantes que invaden espacios de todo, para producir energía eléctrica para que las empresas acumulen beneficios para sus accionistas. El problema de don Quijote no fue su estado mental que le atribuye el autor, sino que lucha contra monstruos gigantescos que empobrecen a los consumidores de esa energía movidos por el viento que sopla para todos: justos y pecadores, pobres y ricos, pero que unos “inversores” se apropian de la electricidad producida para vendérsela a quienes la naturaleza se lo ha regalado a todos los seres humanos para vivir sin límite ni precio ni cantidad. Don Quijote descubrió que aquellos monstruos eran enemigos de la humanidad , por eso les atacó con una vieja lanza, a lomos de un famélico Rocinante. Le llamaron ”quijote”, no por loco, sino por defender a la humanidad. Además tuvo que soportar la chanza de Sancho, imagen del populacho astuto y servil que prefiere eludir los problemas. Por eso calificaron de loco al Ingenioso Hidalgo que es como se trivializa cuando se descubre que unos idealistas que reflexionan se exponen a luchar contra los “inversores” con una simple lanza que saben que van a ser derribados al primer envite de las gigantescas palas del bucólico molino que realmente es un monstruo gigante que destruye todo lo que la creación puso a disposición de la humanidad para vivir con dignidad, pero en beneficio de todos y no de los que difunden el mito de que son molinos. “Mire vuestra merced que aquellos que allí se parecen no son gigantes, sino molinos de viento…” Sancho.
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