REGULAR LA ACTIVIDAD DE LAS ONGs
Son instituciones cuya función tiene gran importancia, aunque cubren un espacio en la sociedad que deberían desarrollar y controlar las instituciones públicas, tanto por el volumen de fondos públicos que manejan como por el riesgo de malversación aprovechando la buena fe y el sentido natural de solidaridad de la sociedad. Pero también requieren regular la captación de fondos para financiar qproyectos por personas solidarias que postulan por la calle tratando de captar socios que les apoyen económicamente. Es encomiable que gente sensibilizada realice esa generosa misión, pero su presencia e insistencia resulta incómoda e inoportuna, pues lo cierto es que agobian a los transeúntes a los que someten a una exposición perfectamente diseñada y sintetizada para captar la generosidad de la ciudadanía que ve que repentinamente se le somete a un proceso ante el que le es difícil reaccionar, pues de lo contrario le convencean para ser socio de la ONG que promueven. La actuación de esas personas debería estar reglamentada dado que la reacción de los transeúntes abordados produce todo un proceso defensivo para eludirle, bien con disculpas de tener prisa o afirmando que ya es socio. La realidad es que los objetivos sociales que cubren las ONGs no pueden depender de la buena voluntad de los entusiastas que les apoyan, pues seguramente la colaboración que logran debe ser muy exigua dado que no puede basarse en la generosidad de una sociedad que debería tener en sus presupuestos públicos las partidas económicas asignadas para responder a las necesidades de otros colectivos o pueblos necesitados y que no es justo que tengan que ser auxiliados por la caridad que siempre resulta humillante, cuando deberían serlo por justicia solidaria. Los gobiernos ocultan sus vergüenzas valiéndose de la buena voluntad y mensajes de caridad de las ONGs. “Entre las pocas cosas que repartidas tocan a más está el dolor y la miseria”. L. Padura.
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