LA MALDICION
BIBLICA A LOS TIBIOS
“Así, puesto
que eres tibio y no frío ni caliente, te vomitaré…” Apocalipsis 3:16. Los
políticos españoles pertenecen en su mayoría a la clase de tibios,
pues su objetivo es alcanzar el poder por medios lícitos o ilícitos y una vez logrado, mantenerlo. Salvo los impacientes que no soportan el para ellos humillante proceso de
elección, pues se avergüenzan de participar en esa lotería en el que pueden
fracasar y entonces acuden al método expeditivo del golpe de estado, unas veces
cruento y otras con el apoyo de otros ambiciosos que tampoco intentan la aventura por pusilánimes porque
forman parte del ejército de los tibios a los que Dios vomita, según el libro
sagrado. Existe realmente una minoría que llena de buena fe se presta a dar el
paso para participar en la política
porque reconocen que Aristóteles, Voltaire, Rousseau u otros personajes honestos que valoran el arte de la política como un servicio a la
comunidad, pero suelen ser hijos de la ingenuidad, pues confunden el rigor del ejercicio del poder con la ingenuidad, bondad le llama Rouseau porque es la esencia
del ser humano. Son los tibios por excelencia porque ignoran “que gobernar es pactar y pactar no es ceder”,
según Marten de Roon . Pero existen otros tibios malvados ocultos y al acecho para embarcarse en cualquier aventura
que colme sus ambiciones políticas. Suelen
ser toscos y se les conoce. Son peligrosos porque viven pendientes
de la opinión pública de las encuestas y
utilizan el arma más eficaz para gobernar que consiste en amenazar con la
dimisión argumentando que están en política por “afán de servicio a la
comunidad”. Finalmente existen los que acceden
al poder a través de la Transición, pero que ven que el sistema de equilibrios inestables
se acaba por consunción e impide su rápido progreso para, desde el ejecutivo, manejar la justicia aprovechando la ambición e impunidad de los jueces. El Parlamento está
controlado, pues proviene directamente de las urnas. Cayetana Alvarez de Toledo
considera tibio al PP vasco.
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