CRISIS ESTRUCTURAL EN LA UNIVERSIDAD
La universidad, como espacio histórico del conocimiento
universal lleva mucho tiempo en crisis y se ha convertido en un expendedor de
títulos de licenciatura, aunque los responsables no parece que se han enterado.. Se le ha dado una orientación pretendidamente
práctica, sobrevalorando la eficacia, aunque a costa de desprestigiar el valor
del conocimiento y traicionando el espíritu cultural que tuvo en sus orígenes.
Ahora en la universidad se forman técnicos y expertos en ramas muy especializadas, pero sin visión generalista
que le dio prestigio, convirtiéndose los titulados en elementos de una cadena humana sin
personalidad. Se quiere formar jóvenes para que rindan económicamente cuanto
antes, aunque para eso deberían estar las escuelas especialistas en las que se imparten
conocimientos específicos y se
desprecian los no vinculados a la carrera por considerarse que retardan el retorno a la inversión que
supone el coste de su formación. Así es
que el nivel de cultura general de los
licenciados es, además de pobre, no lo
es valorado, inclusive se jactan de no tener afición a la lectura ni cultivar el pensamiento. Cometen faltas de
ortografía y su sintaxis es la de los adolescentes. La universidad debería ser la cuna de las
materias vinculadas a las humanidades. Aunque
carezcan de salida profesional al finalizar los estudios, pues el exceso de
titulados ya no lo puede absorber el mercado laboral . No se puede exigir
rentabilidad y productividad con criterios mercantiles, pues realmente la eficacia se logra formando humanísticamente con
espíritu crítico y la presencia en
foros que incentivan interrogarse por las
causas de los acontecimientos de la vida. Hay que recuperar el catedrático que
ama y desarrolla el saber, pues sobran los listos que han profundizado
exclusivamente en los conocimientos en sus espacios personales y no contrastan sus opiniones críticamente porque
creen que discutir supone una pérdida de tiempo. Sin duda que la crisis global del sistema
económico y social del mundo actual tiene su origen en la gestión errática en
que se funda la universidad.
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