GUERRAS PERDIDAS ANTES
DE INICIARSE.
El general prusiano, Carl von Clausewitz, escribió en 1827
su delirante obra “Vom Kriege”, “De la Guerra”.
Desarrolla su doctrina encaminada a la máxima eficacia para destruir y arrasar
vidas y bienes del enemigo. Produce escalofríos al analizar la insensibilidad y
frialdad con las que describe sus métodos de guerra. De
esa crueldad son herederos los que
provocaron las dos guerras mundiales con pavorosa destrucción. Se considera libro de cabecera de los “patriotas” en todas las academias militares del mundo para desarrollar su “ciencia”., lo que evidencia
que las guerras siguen una estrategia de
hace casi 200 años. Sólo que ahora los progresos introducen tecnología sofisticada que producen efectos indiscriminados
devastadores en la población civil: ahora son niños, ancianos, mujeres y pacíficos
e indefensos ciudadanos los que sufren
sus efectos. Mientras, los militares profesionales nos “protegen” desde sus reactores,
sus portaviones con misiles y bombas “inteligentes”·, que son capaces de
discriminar entre “buenos y los malos”. Sin
embargo, los militares hoy saben a
priori que su estrategia les llevará al fracaso ante un enemigo que utiliza sistemas
de combate que se basan en la movilidad y eluden confrontar con ejércitos en línea que ideó
Clausewitz. Las nuevas tácticas de guerra ignoran los planteamientos de masas
de soldadesca y equipos que disparan armamento altamente destructivo, pero que masacra
a la población civil. En “Bahía
Cochinos” la guerrilla cubana dirigida
`por Fidel y El Che derrotó a los “gusanos” apoyados por Marines. En Diem Bien
Fu, los franceses tuvieron que huir ante
la eficacia de los guerrilleros. En Corea los aguerridos “rangers y marines” fueron derrotados a pesar
de la masiva intervención de profesionales que rociaban las aldeas con NAPALM .
En el Viet Nam, a pesar de torturas y de diezmar a la población civil, los
marines dejaron más de medio millón de
cadáveres.. Los métodos militares clásicos carecen de expectativa de éxito en
la lucha contra los terroristas, pues su estrategia se basa en la mayor simplicidad: ellos eligen el lugar y el momento
y obliga a un despliegue inútil de fuerzas
que se limitan a amedrentar a la población con su parafernalia militar,
paseando por lugares concurridos para
dar la sensación de que todo está controlado, aunque en vano, pues “los lobos
solitarios” tienen siempre la iniciativa y golpean por sorpresa. Además que
estos locos poseen el arma más eficaz:
saben que sus acciones producirán un baño de sangre y ellos son víctimas. Su muerte es la victoria que reciben
como premio a su fanática inmolación. Haz el amor, no la guerra, soldado.
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