lunes, 1 de septiembre de 2014

DEBEN TENER BENEFICIOS LAS EMPRESAS?



DEBEN TENER BENEFICIOS LAS EMPRESAS?
A los ultraortodoxos de izquierda les parece inmoral que las empresas obtengan beneficios económicos. Opinan que las ganancias son signo del capitalismo  y que los resultados deberían expresarse en puestos de trabajo  creados o  elevando los salarios de los trabajadores. No pueden entender  que el objetivo principal de las empresas es obtener beneficios económicos y que ello no es indigno. Que la continuidad de la empresa sólo es posible si crea riqueza,  pues una empresa sin beneficios está condenada a su desaparición, con lo que ello conlleva de pérdida de puestos de trabajo y el coste social que ello implica para la colectividad. Obtener beneficios es  condicio sine qua non, Pero el debate es el destino que se dé a esos beneficios: si irán al accionista o si debería participar en su reparto los trabajadores que son los que generan el producto y la plusvalía. Por otra parte es muy cuestionable que la propiedad de la empresa se atribuya a sus accionistas, porque son los que aportan su capital y quedan a resulta de su gestión para recibir la plusvalía en forma de dividendos, que producen los trabajadores. Se ha tomado como un axioma que la propiedad está vinculada a las aportaciones económicas y se tacha de marcianos a los que opinan que algo aportan también los trabajadores para que la empresa superviva, pues de ello depende la continuidad de la empresa... Pero los extremistas que condenan la obtención de beneficios como una apropiación de las plusvalías que generan los trabajadores, oyen campanas y no saben dónde. Tampoco es defendible que condenen la eficacia organizativa para que los beneficios sean máximos. Condenan esa práctica por ser una explotación al obrero. Es evidente que la gestión empresarial debe hacerse con eficacia, que el beneficio tiene que maximizarse porque mientras estemos en el sistema capitalista, hay que competir con otros oferentes que desean vender sus productos en un mercado selectivo, que expulsa a quien no es competitivo por ineficacia. Si una empresa no tratara de maximizarlos y los rebajara con objetivos pretendidamente sociales, estaría incumpliendo con  su misión, puesto que pondría en peligro sus objetivos, su continuidad y su aportación a la colectividad. Si quiere dar un destino social a sus beneficios puede retribuir a sus trabajadores con justicia, pagar escrupulosamente los impuestos que graven los beneficios, aunque aprovechando las ventajas fiscales que la legislación prevé al respecto.  Finalmente conviene rechazar por acientífico la afirmación que la gestión privada de las empresas es más eficaz que la pública. Baste con analizar la tenebrosa historia de la banca que ha creado la crisis actual, que ha tenido que ser rescatada con fondos públicos de sus impericias, corrupciones y delitos asociados. Fondos precisamente de la colectividad a la que el sistema capitalista le acusa de ineficaz.


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