LA IGLESIA PROFETICA
QUE DENUNCIA.
La Iglesia Católica, tan desacreditada por su historia llena
de abusos, corrupción y obsesionada por el poder tan opuesto a la doctrina de su fundador, nos
acaba de dar una muestra estimulante al denunciar las injusticias y abusos de
los jerarcas que la dirigen. El Papa Francisco ha inhabilitado a perpetuidad al
nuncio del Vaticano en la República Dominicana. Así mismo ha exigido al obispo
castrense de Perú que reconozca una hija que ha tenido, sancionándolo con la
expulsión. En Paraguay Francisco destituye a al obispo Rogerio Livieres,
también por pederastia y por enfrentarse con un sacerdote al que acusa de
homosexual.. Junto a estas duras decisiones para hacer justicia, es de resaltar
la imagen reconfortante de dos misioneros que han sido víctimas de la epidemia
de ébola en varias zonas del Golfo de Guinea luchando para atender a los
infectados. Han dado testimonio de sus convicciones al entregar sus vidas ayudando a poblaciones y colectividades enteras que mueren por falta de la más
elemental higiene, de carencia de hospitales adecuados, de medicinas y del abandono de las autoridades de sus
países. Con la cómplice ignorancia de los
desarrollados, que sólo han reaccionado cuando temen que la epidemia se extienda
por sus bien dotados sistemas sanitarios. Las muertes de los curas infectados
constituyen noticias de prensa con impacto por el morbo que contienen, pero que,
profundizando, describen un cambio real de nueva visión humana y fraternal que
Francisco quiere incorporar al talante
de la Iglesia, abandonando el estilo mayestático y de condena habituales.
Reconoce y estimula la aceptación de lo
que son opciones personales totalmente lógicas en un mundo que avanza con
esfuerzo para progresar y para luchar contra el
abuso de los poderosos sobre los indefensos que carecen de capacidad y conocimientos para acceder a los frutos de la tierra que están en
ella para satisfacer a todos y no sólo a los privilegiados o que se aprovechan
de los que ignoran sus derechos. Es tal
el deterioro y desprestigio acumulado a lo largo de los siglos por la Iglesia,
que es imposible no caer en el escepticismo, pero merece la pena dar una
oportunidad al Papa Francisco para analizar su nueva visión sobre la misión que
quiere dar a la Iglesia para que se convierta en Lumen Gentium, como proclama
el Evangelio. Que, por cierto, ha estado
hasta ahora arrinconado por las diversas jerarquías como un manual para justificar lo que les ha
interesado en cada momento. Veremos si lo consigue o le puentean como hicieron
con el Concilio Vaticano II
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