EL
ORGULLO DE NOMBRARME AITITE
Es
una emoción íntima y especial que un
niño me haya elegido para ser su aitite, pues el parentesco es fruto de la
biología y no hay posibilidad de
rechazarlo. Sólo en el caso de mi nuevo biloba Markel, cuyo aitite biológico, Txusma, que murió hace
unos años y supuso para él una gran pérdida porque le quería mucho y se sentía muy
feliz con él, se puede valorar el regalo que me hace reconocer que tengo un
nuevo y cariñoso nieto.. También el
aitite Txusma tenía un especial cariño por su nieto; se hacían mutuamente felices.. De manera que su deseo
de que yo fuera su nuevo aitite, aunque sólo para
poder sentirme orgulloso de lucir nieto a
pesar de ser sólo político me ha supuesto un chute de felicidad, pues nunca soñé que alguien me concediera el honor de darme
entrada en su círculo familiar.
También
tengo que decir que, inicialmente, al
ser inesperado me sentí extrañado y no
sabía el significado que esa nueva situación familiar supondría en mi vida, pues bien sé que los
aitites somos unos trastos viejos que no pintamos nada en los núcleos familiares, más allá dar la tabarra, tratar de ser protagonistas aunque realmente somos insignificantes e inútiles
para hacer recados sencillos que les encargan los hijos e hijas, aunque para son importantes a la hora de poder disponer de tiempo para sus restantes funciones familiares o profesionales, como llevar a los nietos cuando son pequeños a
la ikas, darles la paga los domingos, llevarles de paseo para descargar y
liberar a los padres o contar
batallitas a los nietos porque los hijos se los han escuchado tantas veces
que se sienten aburridos y les escuchan por compromiso. Pero es verdad que los aitites son como los
hondakinak, pero que en lugar de
echarlos a la basura porque no sirven para nada, se les
mantiene por compasión o romanticismo y para que, remedando a García Marquez, porque “El abuelo no tiene quien le escuche”
Pero
al margen del afecto que me producía ir conociéndole cuando suelo visito a la familia, me estimula
y sorprende en especial la manera
de reflexionar de Markel y que su ama me venía contando satisfecha por su
originalidad y porque me produce una especial satisfacción que alguien me cuente
sus vivencias personales o familiares como es el caso de su ama Maribel conmigo, lo que me hace
sentir el orgullo de tener un biloba con estas virtudes y características
personales que le hacen ser popular, querido por todos con los que se relacionan
con él y porque posee una
personalidad tan natural y atractiva, como espero poder describir si
logro expresar con palabras mis sentimientos.
En
general los niños o niñas cuando son pequeños tienen un atractivo especial por su sencillez y espontaneidad que atrae a los adultos, pero
también el trato con ellos requiere
mucha paciencia y pedagogía para que la rutina de la vida no permita olvidar a sus padres a la hora de
exigirles que son niños, no personitas
pequeñas. Necesitan los niños estimularles para que reflexionen y sepan que están en fase de descubrir las novedades que se les presentan permanentemente,
pues para los niños todo es nuevo, por eso poseen una capacidad de observación mucho mayor
que la de los adultos, pues éstos ya conocen porque ya han descubierto casi todo lo que la vida les
va a ofrecer. Esa es la característica de los gurasoak, que son
adultos porque ya han llegado al
conocimiento y dominio de lo fundamental para desenvolverse por sus propios medios.
Aunque, desgraciadamente, la mayoría
nunca lo logrará porque creen que la
paternidad/ maternidad es sólo un fenómeno
derivado de un instinto. Que también poseen los animales.
Los
niños en su ingenuidad no pueden valerse por sus propios medios, si se les
dejase exclusivamente por sí mismos sucumbirían en poco tiempo. Por
eso requieren una atención discreta, permanente e inteligente de sus padres, lo que quiere decir que la
paternidad es algo que en general se considera una carga exclusivamente y se olvida que es el fruto del amor y generan felicidad, que eso
si que no poseen los animales.
El
relato que me hizo su madre, Maribel, sobre la manera de reflexionar a la hora
de elegirme como su posible nuevo aitite me pareció la expresión de la rica personalidad de Markel. Me siento orgulloso,
casi rozando la soberbia la felicidad que me produjo cuando lo supe. No voy a hacer
un relato, que daría la imagen de un “narciso” entusiasmándome de mis virtudes.
Como
es habitual en las relaciones madre-hijo, existe un flujo amable y continuo porque el niño busca comunicarse con su madre
y ésta, lógicamente se siente satisfecha
y le corresponde con igual sentimiento. . Es decir, hay una relación ideal
entre ambos, a pesar de que a veces Maribel se siente desbordada por los juegos
simultáneos que tiene que atender en diferentes espacios de su actividad
humana, familiar, profesional y social.
De manera que hay un feed-back permanente sin tener que procurar buscar el
momento apropiado: el momento idóneo es permanente
y las conversaciones tratan sobre todo
lo imaginable, pero resalta la profundidad por parte del hijo que tiene una
especial agudeza a la hora de plantear cualquier punto de vista. Siempre hay algo diferente que enriquece el diálogo. Es imaginativo e
imprevisible, de alguna manera resalta su capacidad para comunicarse con los
demás con criterios que sorprenden dada su edad. Domina el natural sentido del
ridículo tan común entre los niños que les sirve de escudo para salir del apuro
que le produzcan las relaciones con otros/as
sean adulto/as o niño/as. No tiene sentido del ridículo que limita tanto
las relaciones con otros niños o adultos, es espontáneo y sabe improvisar y
escuchar porque pone interés en todo lo que expresan los demás; es el espíritu
de la curiosidad que tan desarrollado tienen los niños, aunque limitado por los
sentimientos de vergüenza que también
les afecta mucho.
Mi
intención es intentar proponerle que acepte ser mi heredero ideológico y que
reciba mis cuadernos de diarios
personales que voy redactando desde el año 1961. Hasta ahora son unos 120. En
total serán alrededor de 40.000 páginas.
En ellos redacto todos los días varias páginas en las que descargo mis pensamientos
que me surgen espontáneamente y que los expreso con la plena libertad de quien sabe que nadie las leerá, lo cual me permite hacer mención a todos los temas imaginables que le pueden
surgir a una persona como yo que goza plasmando sobre el papel ideas, sean o no
oportunas, ofendan o no a quien menciono en cada crónica, pues tengo la
protección de mi propia intimidad y son secretas y que no quiero que nadie penetre en ella.
Markel será el primero y único que las conozca, pero con la tranquilidad y la
paz que me produce saber que tendrá acceso
a mis escritos a partir de mi desaparición de este mundo. Es la muestra más
sincera de mi confianza y afecto.
También
quiero que sea el destinatario de algunos fondos que le permitirán asegurarse
que en cualquier posible coyuntura
negativa que afecte a su familia o a su
entorno sea voluntad de sus gurasoak
podrá asegurarse la atención a de los gastos que requieran sus
estudios de manera que la hipotética
carencia de medios no sea lo que le
limite su capacitación profesional y personal.
Pero
el carácter de ser mi heredero radicará en que recibirá la donación de todos
los libros en los que he incluido mis escritos
que me han publicado en los diferentes periódicos en forma de “cartas al
director”. He redactado aproximadamente uno cada año, o sea que actualmente son 15 ó 16 y que seguiré editándolos mientras viva y
tenga algo que decir. Además, pediré a Markel que se haga cargo de todas las páginas de los diferentes
periódicos en los que aparecen mis cartas publicadas que tengo archivadas. Por ahora son unas mil, pero en realidad existen
otras mil más aproximadamente, pero que no
las he conservado todas desde que empecé a enviarlas a los
diferentes periódicos y me las han publicado..
Para
los gurasoak de Markel tengo el encargo de que sean los depositarios de mi
biblioteca: no tiene ninguna característica especial que la haga diferenciarse
de cualquier otra, sólo el hecho sentimental que constituye que son los libros que he adquirido desde que empecé a leer como una necesidad vital. Por
tanto, han influido en mi ideología y forma de pensar y además
son “mis amigos los libros”. No es sólo una frase, es que cuando era
jovencito, además de leerlos los solía mirar con cariño y les declaraba como
mis amigos. Es decir, el efecto sentimental está en sus páginas y en algunos
casos contienen secretos e intimidades, por el lugar donde los he leído, en otros por
quien que me lo regaló o si fue algún préstamo que no devolví. No lo creo, pues
siempre he sido querido que los libros que leyera tenían que pertenecerme, que
fueran míos como si fueran mis hijos; en realidad más que si lo fueran.
Finalmente
quiero hacer una solemne declaración de lo que supone para mí, un viejo y
solitario que ama la vida con tanta pasión, pero que es consciente de que se
termina, que el testimonio espontáneo de Markel al ocurrírsele la idea tan
original de desear tener un aitite por adopción y no por consanguinidad es una emoción que supera mis más
inesperadas expectativas. Que ese deseo
de tener un aitite me lo expresaran mis nietos que provienen de la biología
familiar, si bien sería muy extraño que quisieran conocer s su abuelo, dadas
las relaciones inexistentes, me parecería hasta ciertopunto posible, pero que
un chaval al que no conozco ni me conoce, que haya profundizado en mi
personalidad y le haya parecido bien y desee que me convirtiera en su aitite constituye un
honor que sólo saben valorar en su justa medida algunas personas que, modestia
aparte, somos capaces de asumir detalles que la mayoría de la gente considera
que no es de esta época, que sería romanticismo del siglo XVIII.
Para
terminar, Markel, Maribel: si os soy sincero, no sé exactamente lo que quería
deciros, me he puesto a aporrear sobre las teclas mis pensamientos que he dejado que fluyan sin control. Al
final ha salido lo que os digo más arriba. Quizá después de escribirlo y que lo
leáis me arrepienta: no me importa, muchas veces me comería lo que he dicho o
escrito, sólo que en general lo que escribo para mi intimidad es el producto de
un estado de ánimo y que cambia en cualquier momento, pero nadie lo conocerá.
Lo que pasa en este caso es que además de escribirlo con el corazón y la mente,
vais a leerlo y ese es el riesgo de sincerarse y que otros lo conozcan. No importa, me arriesgo porque
tampoco es muy normal que me elijan ser aitite, es un honor, os lo reconozco.