LAS DELICIAS DEL PROTOCOLO OFICIAL
En la reciente visita
oficial realizada por François Hollande y sus ministros a España, todos los
actos de la a la recepción han sido televisados en directo y han constituido un
testimonio del quehacer del gobierno a la hora del protocolo que requieren esas
ceremonias. Un espectador crítico pensaría que son juegos infantiles que se
divierten con la parafernalia empalagosa que más tienen que ver con tiempos pasados en los que la realeza se divertía con
sus formas barrocas y vistosas, aunque
ello suponía un gasto que repercutía en el nivel de vida de los súbditos.
Mientras, venía la comitiva de vehículos lujosos, rodeados de guardaespaldas,
con un aparato como de sordos en la
oreja. En la explanada en la que tenían lugar aquellos juegos, esperaban nerviosos unos señores mayores, no
eran niños que jugaban a hacer
ceremonias. Allí se veía a los generales y almirantes llenos de medallas y
fajines, dando vueltas, mirando en todas las direcciones, sin parar, pero sin
hacer nada. Qué hazañas habrán hecho
para conseguir tantos galardones? Los ministros, tratando de aparentar serenidad y relajados, hablando entre ellos,
sonriéndose porque se sabían objetivo de fotógrafos. La pobre Soraya, sola,
como buscando con quien juntarse para representar una imagen bella. Finalmente llega la comitiva de
Hollande al que espera sonriendo Rajoy:
se saludan protocolariamente y ambos van donde las personalidades españolas a las que
presenta. Cada uno de ellos/as evocan una sonrisa protocolaria y expresan
alguna frase de compromiso, se supone que sólo los que sepan francés. A
continuación vienen los honores militares. Ahora son nuestros valientes soldados
con fusiles y ametralladoras, que, al toque de una corneta presentan armas con
marcialidad y delante de ellos ambos jerifaltes pasan revista, mientras suenan
los himnos de La Marsellesa y el enigmático español que no se sabe a quienes
representa. Allí se reúnen varios centenares de personalidades que cobran
sueldos envidiables del presupuesto.
Todo este folclore será admirado por los televidentes, muchos de ellos en paro
y otros más que forman parte de los ocho millones de pobres oficialmente
declarados en el Estado. Lo sucedido con el `príncipe tiene más tintes de
comedia, pues al ir a volar a Brasil en un avión de las prestigiosas Fuerzas Aéreas Españolas, no puede salir
porque al aparato se le ha estropeado un fusible o alguna pieza crítica. Otro
avión de las mismas FFAA también está inútil porque está pendiente de recibir
una pieza de repuesto. Total: que el dócil príncipe no tiene quien le lleve. No
se les ocurre a los organizadores fletar un avión privado o un caza de los muchos que posee el ejército
para proteger nuestro espacio aéreo. Seguramente estarían también averiados. Qué improvisación:
a no ser que se quisiera que el príncipe no asistiera a la conferencia por
alguna razón oculta, para lo que a los
estrategas no se les ocurrió otra cosa que argumentar que no podía desplazarse
porque no tenían avión. Si es que tienen que improvisar, es bastante ridículo,
pero si es un plan preconcebido, habría que despedir a los responsables del protocolo por la genialidad
de poner como disculpa que los aviones de nuestras FFAA no carburan. Eso si que
contribuye a potenciar la imagen de España.