LA SOCIEDAD ENFERMA DE MUNILLA
El obispo de San Sebastián nos descubre que los resultados
de las elecciones muestran que somos una sociedad enferma. Será porque el PP no
ha logrado la mayoría absoluta ni Ciutadans los votos suficientes como para formar,
que es lo que dará estabilidad, aunque haya un 25% de paro, que se ayude a rescatar a la banca o que se reduzca
el ruido de la corrupción generalizada?. Quizá le parezca una enfermedad que
Podemos haya tenido 69 diputados y obligue a formar un gobierno progresista que
denuncie el Concordato con la Santa Sede e investigue las inmatriculaciones a
favor de la Iglesia Católica a través de
leyes franquistas?. Podría hacer referencia Monseñor Munilla a Navarra, la de los requetés con escapulario y enterrados en las cunetas, a un gobierno compuesto por fuerzas que expresan
su satisfacción de ser parte de Euskal Herria. Nadie le niega su derecho ay la libertad para expresar
sus criterios sobre lo que considere oportuno, sería limitar la democracia, pero es preciso
señalar que opiniones tan opuestas a la dinámica renovadora que está
imprimiendo el Papa Francisco convierten
a la comunidad católica en residual, su doctrina
contraria a sentimientos sociológicos del pueblo vasco, que abandona
las prácticas religiosas de forma masiva, quedando en grupos minoritarios,
de personas de edad avanzada y con escasa
actitud crítica respecto a las rígidas intervenciones de Munilla quien se excede del ámbito de su
misión pastoral. Debería saber interpretar que el formar gobiernos que no se
ajustan a sus intereses materiales no es una enfermedad, es ejercer los
derechos democráticos en libertad. Que la población cuando abandona la práctica
religiosa no presupone la pérdida de valores o que no se interese por temas espirituales, simplemente es que la
línea adoptada por la jerarquía española y en especial Munilla, es considerada
por los fieles creyentes una expresión de reproche a la línea de un catolicismo
retrógrado que no encaja con su
evolución cultural, pero que comparte sus convicciones expresadas por Francisco, quien tiene que soportar en el
seno de la Iglesia la actitud rebelde de
obispos que fueron designados con la
connivencia de políticos que se han apoyado
mutuamente: la Iglesia, sus privilegios y los políticos, el control ideológico
de la población.