INMATRICULACIONES INMOBILIARIAS
DE LA IGLESIA CATOLICA.
La noticia saltó a los medios y tenía todos los visos de ser
una exageración de escaso gusto. El obispado de Córdoba había inscrito a su
nombre en el Registro de la Propiedad la Mezquita, dejando de ser patrimonio
público. Se valían de subterfugios legales, interpretaciones forzadas de leyes
y la connivencia necesaria de las instituciones oficiales que tienen la
competencia al respecto. No merece la pena describir el proceso tortuoso que se
ha seguido, pero lo que queda para el imaginario de la población es que un
monumento de tanta tradición simbolismo
y con una historia que se remonta a los orígenes de España, se haya privatizado
por la iglesia, inmatriculación se llama técnicamente, usurpando su carácter de
lugar de culto de los musulmanes desde tiempos remotos. Además, le han cambiado
el nombre, pues ahora se llama Mezquita Catedral de Córdoba, lo que antes era
la Mezquita de Córdoba. Tendrá todas las justificaciones legales que sean, pues
siempre habrá una ley para apoyar lo que deseen juristas agudos, con la
connivencia de jueces sumisos, registradores venales y la eficaz presión de la jerarquía católica. No es algo novedoso,
pues en Navarra la Diócesis ha llevado una política de inmatriculaciones
masivas que comprenden infinidad de
edificios, viviendas, garajes e incluso terrenos, todo ello con poca relación
con el Evangelio que predicó Jesucristo. . Todas estas inscripciones de
inmuebles a nombre de la diócesis en el Registro de la Propiedad se hace al
amparo de una estrecha colaboración entre el Arzobispo y su equipo jurídico,
negociado con la Diputación de Navarra y la ocultación de los hechos por el
Ministro de Justicia, Gallardón . Curiosamente no se inmatriculan los lugares
de culto, pues al manteniéndolos de propiedad pública, serán los organismos
oficiales los que se tengan que preocupar de su mantenimiento y reparación,
aunque siempre bajo la gestión de la iglesia. Hay que añadir la desmedida campaña
de la jerarquía en contra de que les sea aplicado el IBI a los edificios
propiedad de la Iglesia, lo que constituye una muestra del espíritu de
renovación que pretende exteriorizar para mejorar la imagen excesivamente
deteriorada a través de la historia plagada de corrupciones de un clero ambicioso y soberbio,
la jerarquía en connivencia con el poder y la nobleza y el Papado de Roma
enfangada en guerras y en escándalos sexuales, que una vez más pone en evidencia por medio de las políticas
vergonzosas que está llevando a cabo con las inmatriculaciones a su favor de
multitud de inmuebles.
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