domingo, 2 de febrero de 2014

PEDRO J. RAMIREZ



PEDRO J. RAMIREZ.
Los personajes sin base firme y que viven de los escándalos o de tratar de ser noticia por sí mismos, tienen escaso recorrido y cuando piensan que están en el cenit, inesperadamente se ve cómo se derrumba estrepitosamente, creando  reacciones muy diversas. La destitución de Pedro J. Ramirez como director de El Mundo era noticia esperada desde hacía mucho tiempo porque siempre fue incómodo para los sucesivos gobiernos: unos porque le temían y otros porque quisieron proyectar a su periódico para ser el ariete contra el imperio de PRISA. Como no lo consiguieron, pues EL MUNDO languidece entre deudas, pérdidas y un amarillismo que ya no vende, ahora ya no le interesa al gobierno actual mantenerlo y ha obligado a sus propietarios a su despido..  La megalomanía de Ramírez le impulsó a sobrevalorar su imagen, para lo que se servía de su periódico para su permanente promoción personal, sin tener en cuenta que en la prensa la noticia es lo esencial, que el periodista y el director son sólo quienes las redactan y publican. Pedro J. se ha caracterizado por ejercer de antiperiodista: toda noticia de su periódico estaba diseñada y redactada con los elementos necesarios para que no resultaran inocuas al lector y que contuvieran un toque polémico, con mensaje críptico contra la infinidad de enemigos que se ha ido creando a lo largo de su carrera de intrigas y de connivencia con los poderes fácticos del Estado.. Es que  vivir en la polémica entre las sentinas políticas y chapotear en los mundos de la corrupción, manejándola a su conveniencia  no deja de ser una forma miserable  de vivir  y que tiene fecha de caducidad: No obstante, a fuer de sinceros, no cabe duda de que su maquiavelismo le ha dado días de gloria: destapar el GAL y hacer fracasar a Felipe González  contribuyó a descubrir el submundo político- policial. Es de valorar con justicia que ha sido un ariete importante para descubrir las tramas de la corrupción de GÚRTEL. ERE, “Bárcenas” y otras.  Decía un célebre periodista que la prensa no necesita provocadores, sólo periodistas profesionales que investiguen y que informen de la realidad, sin que se dejen llevar por la obsesión del éxito. El éxito, decía, es la noticia ajustada a la realidad.

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