martes, 4 de febrero de 2014

CHOQUE DE TRENES



CHOQUE DE TRENES
España está ante el riesgo de un violento choque de trenes: uno,  un mercancías pesado y lento,  movido por una locomotora de vapor que se escapa por todas las juntas. Con los vagones chirriando y con los guardafrenos ingeniándoselas para que no descarrile por las vías torcidas y desniveladas y con el maquinista y el fogonero sucios de hollín y polvo del carbón, maldiciendo porque la fuerza del vapor se escapa por las tuberías oxidadas y agujereadas. Por la misma  vía, de frente, viene un elegante y ágil TAV a más de trescientos Km. por hora, sin más ruido que un zumbido al cortar el viento. Va conducido por un elegante experto, cuya misión se limita a vigilar los instrumentos de control y medida que aseguran la marcha con normalidad. En un programa televisivo discutían sobre el referéndum que proyecta celebrar la Generalitat para conocer la opinión de la población catalana: de una parte Felipe González, avejentado, rígido y sin ideas, sólo expresando superficialidades,  y con actitudes entre amenazantes y grotescas, imponiendo e interrumpiendo a su oponente por carecer de una línea clara de razonamiento, como el abuelo Cebolleta. Enfrente, el President de la Generalitat, Artur Mas, expresándose con fluidez y elegancia, escuchando con interés y soportando con educación  las continuas interrupciones, mostrándose como un demócrata inteligente, firme, pero no rígido. Felipe, dogmático, riñe a Mas porque  éste no se aviene a negociar una solución que esté dentro de la Constitución, pues la consulta,  enfatiza, no se celebrará por ser metafísicamente imposible, mostrando una actitud entre agresiva y pontificante, amenazando veladamente con soluciones extremas a las que Mas responde sonriente, que amenazar va a provocar el efecto contrario en el pueblo catalán, ya que éste comprueba que las medidas de fuerza con las que amenaza González quitan toda credibilidad a la voluntad negociadora que pretende que sea la solución para que Catalunya siga en España y evite enfurecer a las fuerzas a las que se les escapa el vapor, representadas por el renqueante tren procedente de Madrid. El final de  la confrontación, que para  Mas dio una lección de esgrima, Felipe González se contradijo con su amenazante y  trémula verborrea sin contenido de quien cree todavía que la población sigue necesitando la tutela y protección de venerables ancianos que ya no tienen nada que decir que pueda ser de interés para detener la presión imparable de un país que ha tomado conciencia de su identidad. Trasponiendo la crítica del presidente del BCE sobre la gestión de la crisis de De Guindos a la negación para celebrar una consulta a los catalanes: “No se pueden hacer peor las cosas”


Javier Orcajada del Castillo
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