viernes, 14 de febrero de 2014

GALILEO GALILEI Y LA INFALIBILIDAD DEL PAPA



GALILEO GALILEI Y LA INFALIBILIDAD DEL PAPA
La jerarquía católica nos tiene acostumbrados, desde su intromisión en los asuntos temporales, a esperpentos que sonrojan a los que se declaran creyentes y se ven obligados a aceptar normas que a la postre se demuestran erróneas. Algunas son manifiestas y han servido para desacreditar la doctrina del Evangelio que no tiene nada que ver con decisiones y opiniones de los jerarcas, pero  que obliga a los creyentes a hacer equilibrios mentales para defender las fantasías de sus pastores. En 1992 la Iglesia reconoció que a Galileo Galilei  (Pisa, 1564) se le condenó injustamente por afirmar que el sol giraba alrededor de la tierra, en contra de la opinión de la Iglesia, que la tierra era el centro del universo. Es conocido que fue procesado por un tribunal eclesiástico ante el que tuvo que retractarse al afirmar la tesis contraria a la propia respecto al centro del universo. Quizá habría que recordar que Galileo fue astrofísico, astrónomo, matemático y catedrático en varias universidades italianas, considerándose el padre de la astronomía actual.  Sucumbió finalmente ante las presiones y amenazas de excomunión que sufrió de Roma, porque, aunque el dogma de la infalibilidad del Papa cuando se refiere a asuntos de fe y costumbres se proclamó en 1870 por Pío IX en el Concilio Vaticano I, la prepotencia y soberbia de la jerarquía proviene de tiempos del Emperador  Constantino I,  quien con el Edicto de Milán legalizó la Iglesia y desde esa fecha se ha afanado por acumular los poderes máximos temporales. Por eso su ostentación  de la infalibilidad es considerada por los no creyentes como algo demodé que les irrita y consideran que la realidad no se corresponde con tantas afirmaciones y dogmas que sirve para controlar las mentes, tanto de los creyentes como de los que  se proclaman agnósticos. El sabio Galileo tuvo que aceptar la humillación que le impuso la Iglesia, pero expresó su profundo desprecio con la célebre frase que ha sido emblemática: “Eppur si mouve”. “A pesar de todo se mueve” Cuando condenado a perpetuidad en su casa  exclamó viendo cómo era la tierra la que se movía girando alrededor del sol. Ahora sigue condenando porque muchos creyentes priorizan la conciencia y la libertad a las normas eclesiásticas, frecuentemente carecen de  base teológica alguna y sí son producto de su dudosa  y fanática obsesión por la infalibilidad.“Roma locuta, causa finita”


Javier Orcajada del Castillo
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