DOLOROSA TRAGEDIA EN CEUTA
La muerte de al menos quince personas al tratar de cruzar la
frontera con Marruecos y las circunstancias en que se han producido debe llenar
a la ciudadanía de dolor y tristeza porque estos seres humanos han cometido el
grave delito de querer acceder a una vida digna. Contra esa voluntad de salir
de la miseria no existe ninguna ley justa
que prohíba arriesgar la vida a los emigrantes en busca de lo que en sus
países se les niega. Las declaraciones oficiales son de dudosa veracidad, pues son
desmentidas por las tomas de video
realizadas por un testigo que han aparecido en la televisión en las que se
reproducen los hechos de forma diferente a las descritas por las autoridades.
En ellas se ven a un grupo de personas con los brazos en alto, que se entregan
a los guardias que vigilan desde la orilla. Se oyen disparos y gritos de los
emigrantes cuando son detenidos por los agentes. Según el protocolo, parece ser
que los emigrantes que llegan a pisar el territorio español deben ser acogidos
y ser atendidos de urgencia, por lo que de ello se deriva la apertura de un
expediente legal que describa los hechos y sea presentado ante un juez.. Por
tanto, no pueden ser enviados de nuevo al país de origen como parece que ha sucedido.
Ahora hay una interpretación sibilina de qué se entiende por acceder al
territorio nacional, según la cual, la
entrada de los emigrantes no se consuma hasta que se pasa el cinturón de
seguridad que forman los agentes que
controlan el acceso en la playa de personas ilegalmente en Ceuta.
La realidad es que se han producido catorce muertes
violentas y por ello se requiere aclarar las circunstancias y sobre todo, que
haya una muestra elemental de humanidad y sensibilidad de las autoridades
responsables, pues a pesar de ser de raza negra y emigrantes son seres humanos
que nos interpelan y nos deberían hacer reflexionar sobre esta tragedia que
supone la pérdida dolorosa de vidas humanas inocentes. No caben disculpas ni
argumentos que las justifiquen. Sería de desear escuchar a las organizaciones
humanitarias, a la Iglesia, a los sindicatos y a diputados y senadores elegidos
como representantes de la ciudadanía y que se abra una investigación que
responda a la indignación de todo ser humano que siente que una vida humana
tenga tan escaso valor. Esas muertes nos humillan y no pueden quedar impunes
por dignidad.
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