DE BARROETA ALDAMAR AL
CIELO
CLAN ORCAJADA DEL CASTILLO.
El día 28 de enero, fecha en la que se celebró la Asamblea
quise contaros algo especial, trascendente, inesperado, pero no me atreví
porque estaba seguro de que no me creeríais. Lo he pensado bien y se me ha
ocurrido que si lo escribo y lo leéis, quizá lo podáis entender y a mi me daría
menos corte. La cosa es que, no sé, no me atrevo: qué vais a pensar. Que soy
exagerado, que me estoy haciendo viejo y que alucino…. No, No, no lo voy a
contar… Y, por qué no? Lo cuento y que cada uno lo analice. ¡Venga!, Ahí va!!
Bueno, pues unos días antes de la Asamblea tuve que ir al
Ayuntamiento para un trámite y a la vuelta hacia La Gran Vía se me ocurrió pasar
por Barroeta Aldamar, por delante de la Aduana, para recordar tiempos pasados y
felices. Me había dado un ataque de nostalgia y me pasé un rato mirando desde
la acera de enfrente, mientras, me venían a la mente escenas que me producían
una mezcla de felicidad y melancolía. Pensé que entre el dolor y el placer hay
tan poca distancia…. Poco a poco fui
hacia Ibáñez de Bilbao, pero, de repente, oigo que me llama alguien: ¡Javier!,
Javier!. Miré hacia atrás y no vi a nadie, por lo que pensé que había oído mal.
Pero la voz volvió a repetir: ¡!Javier!!, ¡!Javier!!. Me volví y ví que era una
pareja de personas mayores. Se me acercaron sonrientes y me dice el señor
: Pero, Javier, es que no sabes quienes somos?
Le respondo:
: Pues no, aunque se me hacen caras conocidas. Tienen un aire
a mis padres, pero murieron hace ya
muchos años. Fíjese que mi padre ahora tendría 107 años y mi madre 104.
Me mira la señora con gran afecto y me dice una frase que
era habitual cuando nuestra madre nos quería expresar algo personal y cariñoso.
-Ahí va!!,- respondo-, pues sí, veo que tú eres mamá y tú,
papá. Pero cómo puede ser, me parece que estoy soñando.
Se me humedecieron los ojos y mamá sacó un pañuelo de papel,
azul, cielo, claro. Me sequé las lágrimas y los mocos y me puse a hablar con
ellos con la misma confianza y naturalidad como cuando vivíamos en Barroeta Aldamar.
-Y qué estáis haciendo por aquí? Que cosa más rara, no?
Me dice papá con el tono que era en él habitual:
-Pues nos llegó al Cielo una citación del Ayuntamiento y nos
amenazaban con una sanción si no nos presentábamos. Esta gente ni siquiera cuando
se muere uno y está en el Cielo le dejan en paz. Queríamos aprovechar para
celebrar el centenario de la fundación de las Conferencias de San Vicente de
Paul y de paso ir a visitar a unos
enfermos amigos que están en el hospital. Ibamos a misa a San Vicente para saludar a don
Emilio Sánchez y a ver quien es el que en los domingos pide a la salida de misa
para los pobres. Se nos ha ocurrido pasar por Barroeta Aldamr para recordar que
aquí vivimos felices con todos vosotros y desde donde salisteis para formar vuestras
propias familias…Y, no lo comentes, pero también quiero ir a San Mamés para ver
al Athletic, que es algo que echo de menos allí arriba, para ver a Zarra, Panizo, Gainza, Iriondo,
Lezama….
Le digo poniéndole el brazo sobre el hombro:
-Pero, papá: que los enfermos que quieres visitar en Basurto
estarán ya muertos hace años; que seguramente las Conferencias de San Vicente
de Paul ya ni existirán. Que don Emilio murió incluso antes que vosotros.
Parece que ignoras que San Mamés ahora es un nuevo campo y que se llama San
Mamés Barria, que, aunque te parezca increíble, está exactamente en el mismo
sitio que el antiguo y que los jugadores
que dices, ya están hace años muertos,..
Me interrumpe papá:
-Pero, no puede ser. Qué cantidad de cosas habéis cambiado y
parece que todo para peor. A quién se le ocurre tirar San Mamés, con la
historia que tenía acumulada, seguro que se ha derrumbado también el arco que
le daba tanto cachet y era como el faro que primero veían los que venían a
visitarnos. Y ya no juegan los que tanta gloria nos dieron en épocas pasadas?.
Francamente, me alegra estar en el Cielo y no aquí, aunque si os decimos la verdad,
lo único que nos falta es vuestra compañía y saber que estáis todos bien…
Continúa mamá:
-Es que, sabes?, Allí, en el Cielo es diferente a esto. Todos somos jóvenes y no tenemos
enfermedades; sabemos todo y no existe el tiempo, todo sucede en presente, nada
es ni pasado ni futuro. Es que el tiempo es realmente lo peor de la vida en la
tierra, pues cuando pasa, nos morimos y éso duele. Aunque después de
experimentar lo que fue el tránsito por la muerte, a mí me pareció maravilloso
lo que vino a continuación, pues después todo cambió: no sentíamos otra cosa
que felicidad, lo único que tenemos es amor y afán de hacer felices a los
demás. Es cierto que nos gustaría teneros connosotros visitarais, pero, dejarlo
para más tarde, cuanto más mejor. Eso de la inexistencia del tiempo es algo fabuloso
y produce una gran sensación de paz pues nada que sucede se pasa y además, todo
es bueno. No estoy de acuerdo con Nietzsche cuando dice “El destino de los
seres humanos está hecho de momentos felices, toda la vida los tiene, pero no
de épocas felices, porque la melancolía no es eterna ni podríamos soportar cien
años de felicidad” . Nosotros somos inmensamente felices y podemos soportar
toda la que nos venga. Esas opiniones son de gente que aun vive y que no ha
experimentado lo que es estar en el Cielo junto a Dios. Aunque si estoy de
acuerdo con ese dichoso Nietzsche cuando dice que “El reino del cielo es una
condición del corazón, no algo que viene” a la tierra” o “después de la
muerte”.
Le miro con curiosidad y le digo con el cariño que siempre
me caracterizó:
-Pero, mamá, con qué familiaridad citas a estos filósofos:
parece que en el Cielo la gente se culturiza y hay buen ambiente,…
Me responde mamá con la clásica sonrisa Castillo:
-Nunca me entendisteis, pensabais que era una madre simple y
sin otra preocupación que la familia, pero también me sentía yo misma y estaba
orgullosa de ser Delia además de esposa y madre…
Interviene papá:
Bueno, Kika, no aburras a Javier, que además tendrá que
hacer sus cosas..., Por cierto: has terminado ya la carrera?
Le respondo extrañado:
.Pero todavía te acuerdas de lo que me costó hacerla? Si,
sí, por fin la terminé, he trabajado no sé cuántos años y ya estoy jubilado y
con más achaques que no sé cómo estoy vivo todavía…Pero, vamos a tomar un café,
que me gusta mucho estar con vosotros. Por cierto, os veis con Maridelia?
Dice papá con una sonrisa luminosa en los labios_
-Bueno, ya te hemos dicho que allí todos somos hermanos y no
nos distinguimos en nada entre nosotros, ni hay familias ni las amistades del
mundo se conservan en el Cielo, aunque es imposible evitar ignorarse entre
esposos que han vivido juntos tantos años o con hijos que tienen tantos signos
que les hacen ser diferentes para identificarlos. Es que Maridelia allí arriba
es muy popular y la quiere todo el mundo, aunque siga siendo una besucona y se
ría de todo el mundo, además de que sigue siendo una llorona que hay que
consolarla siempre. Pero estamos mucho juntos y es la que cuenta cantidad de
anécdotas y sucedidos de cuando erais pequeños y sabe muchas cosas de Fuentes,
de Quisicedo, de Castro y las cuenta con mucha gracia.
También nos vemos con el abuelo Ventura: es muy majo y nos
quiere mucho, aunque sigue con su mal genio y se enfrenta con Dios con
reivindicaciones a favor de todo el mundo. La abuela Magdalena está muy bien y
eso que ya tendría según el mundo más de 130 años. Pero es que, ya te digo,
allí el tiempo no cuenta. La verdad es que no se puede entender desde el Cielo
la pasión que tenéis por el dinero, la tensión entre vosotros para tener más o
ser más listos o que os enfadéis entre vosotros. Pero si el que se enfada es el
que más sufre y los demás no le hacen caso.
Me seguían hablando, pero yo ya no les escuchaba, sólo les
miraba con emoción y pensando que seguramente lo que me estaba sucediendo era
un sueño que se desvanecería de un momento
a otro…
El zumbido desagradable del despertador tocando enloquecido
me despertó, le dí un manotazo, se cayó al suelo y se apagó. Digo de mal humor:
-Déjame en paz…, que estaba teniendo un sueño maravilloso y
ahora vienes tú a traerme a la “realidad”.! Mecagüen…!…
Pero, mientras me estiraba me vino a la cabeza el sueño que
el puto reloj me había cortado y me pareció que era muy cierto que la felicidad sólo viene a
ráfagas, que vivir es ya un esfuerzo que hay que hacer continuamente. Pero,
aunque sólo fue un sueño, me produjo una sensación inesperada de amor y me
salieron las lagrimas de emoción, pero, como soy muy fuerte y controlo mucho
mis emociones, me sentí algo avergonzado y quise sacar el pañuelo del bolsillo
para secármelas con disimulo, pero me encontré con el de papel que me dio mamá,
azul cielo, claro, para secarme los mocos al encontrarnos en Barroeta Aldamar...
Qué raro: fue todo un sueño,.pero apareció el pañuelo…, azul cielo…..
2 comentarios:
¡ Muy bueno Javier!!! Te felicito, y me parece que tu blog se enriquece con este tipo de aportaciones.
Un abrazo.
¡ Muy bueno Javier!!! Te felicito, y me parece que tu blog se enriquece con este tipo de aportaciones.
Un abrazo.
Publicar un comentario