SUPERCOPA EUROPEA
Los españoles nos hemos dado un baño de patriotismo al haber
jugado en Tiflis la final de la Supercopa entre el Barsa y el Sevilla, para que
rabien y nos respeten en Europa y en el
mundo. El triunfo ha correspondido a los catalanes, pero no sin sudar la gota
gorda contra el coraje y la furia española que estuvo presente en todo momento
en el conjunto de María Santísima. El Barsa se valió de su esgrima futbolística
que maravilla a los espectadores, pero que no tiene el estilo de juego de raza
de los hispalenses. Pero, pelillos a la mar:
ha ganado España y por partida
doble, pues ya es excepcional que un país pueda lucir ante las cámaras de todo
el mundo el honor de que ambos finalistas son nuestros compatriotas. En Sevilla
y en Barcelona la alegría fue incontenible: nuestros jugadores nos han elevado
a la gloria. Sin olvidar la exaltación patriótica de los locutores. Si acaso,
una cuestión menor que puede ser irrelevante: de los 28 jugadores que
compitieron frente a frente, cinco eran españoles, los demás proceden de unos
diez países diferentes, lo cual parecería que es un exceso exaltar su
patriotismo cuando juegan en ambos equipos porque perciben unas condiciones
económicas mejores que los clubes de los que proceden. Y de ese problema menor se deriva otro algo
más importante que es la situación legal y fiscal de todos estos astros del fútbol
mundial que prestan sus servicios donde mejor se les retribuya. Lo cual en principio nada que objetar, salvo cuestionar
cómo clubes de un país como España, en grave depresión, donde se han producido tantos
recortes que han exigido grandes sacrificios y con más de cinco millones de
parados reales, pueden pagar cifras astronómicas y cumplir con fidelidad sus
obligaciones fiscales y sociales. Quizá pueda ser la razón por la que casi
todos los clubes están en bancarrota e investigados por la Agencia Tributaria y
la Seguridad Social y algunos presidentes están o han pasado por la cárcel por
delitos varios? Pero no hay que caer en
el alarmismo, todo se solucionará, porque Montoro es consciente de que el fútbol
es el único valor real de la Marca España y sería un suicidio nacional querer poner
orden en su interior, pues quizá exigiría una nueva Cruzada como la del 36.
Además, no importa que nuestros héroes sean extranjeros, somos multiétnicos y
antirracistas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario