domingo, 16 de agosto de 2015

SUPERCOPA DE EUROPA



SUPERCOPA EUROPEA
Los españoles nos hemos dado un baño de patriotismo al haber jugado en Tiflis la final de la Supercopa entre el Barsa y el Sevilla, para que rabien y nos  respeten en Europa y en el mundo. El triunfo ha correspondido a los catalanes, pero no sin sudar la gota gorda contra el coraje y la furia española que estuvo presente en todo momento en el conjunto de María Santísima. El Barsa se valió de su esgrima futbolística que maravilla a los espectadores, pero que no tiene el estilo de juego de raza de los hispalenses. Pero, pelillos a la mar:  ha ganado  España y por partida doble, pues ya es excepcional que un país pueda lucir ante las cámaras de todo el mundo el honor de que ambos finalistas son nuestros compatriotas. En Sevilla y en Barcelona la alegría fue incontenible: nuestros jugadores nos han elevado a la gloria. Sin olvidar la exaltación patriótica de los locutores. Si acaso, una cuestión menor que puede ser irrelevante: de los 28 jugadores que compitieron frente a frente, cinco eran españoles, los demás proceden de unos diez países diferentes, lo cual parecería que es un exceso exaltar su patriotismo cuando juegan en ambos equipos porque perciben unas condiciones económicas mejores que los clubes de los que proceden.  Y de ese problema menor se deriva otro algo más importante que es la situación legal y fiscal de todos estos astros del fútbol mundial que prestan sus servicios donde mejor se les retribuya.  Lo cual en principio nada que objetar, salvo cuestionar cómo   clubes de un país como España, en  grave depresión, donde se han producido tantos recortes que han exigido grandes sacrificios y con más de cinco millones de parados reales, pueden pagar cifras astronómicas y cumplir con fidelidad sus obligaciones fiscales y sociales. Quizá pueda ser la razón por la que casi todos los clubes están en bancarrota e investigados por la Agencia Tributaria y la Seguridad Social y algunos presidentes están o han pasado por la cárcel por delitos varios?  Pero no hay que caer en el alarmismo, todo se solucionará, porque Montoro es consciente de que el fútbol es el único valor real de la Marca España y sería un suicidio nacional querer poner orden en su interior, pues quizá exigiría una nueva Cruzada como la del 36. Además, no importa que nuestros héroes sean extranjeros, somos multiétnicos y antirracistas.


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