COMEDORES SOCIALES
Algo debe andar mal, cuando a los políticos no se les cae la
cara de vergüenza ante los llamados Comedores Sociales, que son un remedo de
Auxilio Social de la posguerra, sólo que setenta años después, cuando los españoles
se pavonean orgullosos por ser la Décima Potencia del Mundo. Todo lo que se
habla sobre ello es la realidad cruda de la existencia de seres humanos que no
pueden alimentarse correctamente a diario. Lo cínico es que sea materia de
debate en foros públicos, como si se tratara de analizar si se permite o no que
los perros hagan sus necesidades en jardines. Esta sociedad tan evolucionada ha
perdido tanto la conciencia y el sentido de la solidaridad, que confunde la
caridad y limosna por abrir escuelas en verano para que los niños pobres puedan
alimentarse, a la que damos un tono de caritativo, cuando en realidad es
administrar miseria, lo que debería ser motivo de dimisión de políticos que no han sabido dar
una solución no humillante a los que tienen el derecho a ser tratados con
justicia, sin oportunismo indignante.
Quizá una aproximación a lo que es la atención a esta miserable política de
comedores públicos sería la implantación por ley de la RGI como la existente
hace tiempo en Euskadi. Pero también es un simple parche, pues antes está el derecho
constitucional tan cacareado que ”todo ser
humano tiene derecho a un trabajo digno
que le permita atender sus necesidades básicas con normalidad”, Sin
tener que agradecérselo a nadie. Porque,
curiosamente, en administraciones de izquierdas es donde los comedores sociales
se han implantado con mayor urgencia, simulando progresismo. Son iniciativas humillantes para los que
tienen que acudir a ellos porque la sociedad no les soluciona un derecho vital.
Cáritas e iniciativas similares como ONGs se convierten en talismán de la limosna estructural tan acreditada en nuestra sociedad y así se crea un sistema de caridad permanente
que sirve para dulcificar malas
conciencias. Es rechazable porque impone
a los que lo perciben su eterno
agradecimiento. Carmena y otros alcaldes llenos de buena voluntad contribuyen
con sus “iniciativas progresistas”, a transformar la justicia debida a todo ser
humano, en caridad humillante. No es ése el fundamento de la Socialdemocracia?
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