jueves, 27 de agosto de 2015
La exposición de Innerarity
La exposición de Innerarity, como siempre, está llena de sentido común y
de voluntad de buscar la paz, pero con con justicia. No se puede negar
que en las guerras, en los conflictos y en los enfrentamientos, y más si
son entre hermanos, hay un componente que pugna con el sentido común y
afloran pasiones inevitables que descomponen cualquier intención
racional de solucionar el conflicto. Lo malo es que en este caso, como
dice el autor, no había dos bandos, sólo uno que fue el que enterraba
muertos en las cunetas por no hacer nada, nada malo, quiere decirse,
pero a los que aun no se les ha dado el derecho a descansar con
dignidad. A esos, que sus familias o sus amigos les quieran honrar y no
se muestren equidistantes en la condena de la violencia, no se les puede
pedir la objetividad que sugiere Innerarity, sería como querer aplicar
la doctrina evangélica de "perdonar a los que nos han ofendido". Sería
ideal que así fuera, pero habrá que reconocer que en los sentimientos
propios manda cada uno y no se pueden imponer, salvo que se haga una
terapia del perdón y el olvido que los poderes públicos están muy lejos
de poner en activo honradamente. Se necesita imperiosamente un Ernesto
Sábato que describa a verdad, la difunda y a partir de ahí, es seguro
que la reconciliación será un hecho venturoso, pues los pueblos no
olvidan nunca, por muchos años que transcurran, que el único fundamento
de su existencia es la dignidad.
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