lunes, 3 de agosto de 2015

NOMBRAMIENTOS POLÍTICOS



NOMBRAMIENTOS POLITICOS
La política de nombramiento de  altos cargos después de las elecciones es un asunto de gran trascendencia y requiere agudeza exquisita. Llaman la atención tres que merecen la pena comentar: El ex ministro Wert, que ha sido designado embajador en la OECD.  Maria José Beaumont, consejera de Interior y Justicia de la Comunidad Navarra. Jorge Aldekoa, al que se le repone como Director de la Ertzantza después de ser destituido por el TSJPV a consecuencia de la causa abierta por la muerte por un pelotazo de Iñigo  Cabacas. Sin entrar en la idoneidad o no para ocupar los cargos, los responsables de sus nombramientos deberían saber calibrar los riesgos y los efectos  entre la población, aunque  no deben ser nombrados en función de afinidades o simpatías, es evidente que la opinión pública debe ser de alguna manera considerada, pues pueden dañar la imagen pública de la institución en la que actúan, así como al superior que lo decide.. El de Wert constituye  un escándalo que parece que ya a Rajoy le es indiferente, dado que el PP se halla en fase de derribo y está actuando como un toro herido que da cornadas sin ningún control, elaborando  presupuestos  fantásticos, sin que sepa si van a ser operativos en función de los resultados de las generales. Beaumont es un riesgo que asume Barkos con plena conciencia, pues desea enfatizar su voluntad de cambio respecto a la situación previa en la que UPN trataba de desestabilizar todo lo que pudiera sonar a vasco o afinidades con Euskadi. Respecto al de Aldekoa, parece que no se han reflexionado suficientemente las consecuencias, más allá de las exigencias legales que, sin duda serán las correctas. Pero volver a poner en un puesto tan relevante a quien la opinión pública considera responsable en algún sentido de un episodio tan luctuoso, que sospecha que se está tratando de ocultar y retrasar su esclarecimiento ante los tribunales, no deja de ser una temeridad que tendrá consecuencias, tanto para la Ertzantza, como para la Consejera, que se ha empecinado en su nombramiento, quizá tratando de demostrar que sus decisiones son inamovible y nadie le va a dictar cómo dirigir la institución, aunque el clamor popular en contra es creciente. Parece un caso de contumacia en el error que suele afectar a políticos que confunden  vigor con la dureza y al final deben recoger velas, aunque tarde.


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