ORREAGA: 15 DE AGOSTO DE 778.
Dicen los historiadores de los perdedores que la historia la
escriben los ganadores. Depende, pues si los ganadores lo logran en batallas
defensivas y finalizan la persecución al
invasor en sus límites territoriales, en el árbol Malato, los perdedores escriben
sus leyendas y gestas épicas en las que convierte al defensor en agresor que es vencido y humillado en su propia
tierra y debe soportar las insidias falsas del invasor derrotado. “El Cantar de
Roldan”, que describe en términos
poéticos la batalla de Orreaga, es el
símbolo que se remonta a la Edad
Antigua. Es bien conocido por los españoles, no por los vascos, que siempre nos
han engañado al considerar que éramos ajenos a aquella batalla que, se
decía, se había librado entre franceses y musulmanes, describiendo la heroica
gesta de los francos carolingios a su
paso por Orreaga. Han sido historiadores vascos, sin prejuicios y con rigor,
los que han desvelado la realidad y ésta descubre que fueron vascones (nuestros antepasados), los que vapulearon
a las aguerridas tropas de Carlomagno cuando volvían rechazados en Zaragoza por los musulmanes. En
su paso por Pamplona arrasaron al
símbolo de lo que más tarde constituiría el Reino de Navarra y madre amorosa de nuestra Euskal Herria, que fue invadida por nuestros Católicos Reyes,
Isabel y Fernando. Ahora nos enteramos que los vascos derrotaron al invencible
ejército de Carlomagno en Orreaga. Pastores primitivos escasos, sin armamento,
pero con un gran dominio de la estrategia militar que para sí la hubieran
deseado Carlomagno, los generales prusianos, el mismo Clausewitz o los gloriosos
generales de la Cruzada del 36. Lo curioso es que el monumento erigido en
Orreaga para conmemorar la gesta, lo fue a instancias de españoles que lucharon
junto con los carolingios contra los vascones y fueron derrotados. O sea que
tenemos en nuestra tierra un recuerdo para alabanza de los que ayudaron a
nuestros invasores, aunque tuvieron la mala fortuna de perder. Ahora, cuando montañeros
vascos pasan por Ibañeta, se sonríen con cierta dosis de cinismo y satisfacción
por sabernos herederos de aquellos vascones: los “perdedores” en la Leyenda de
Roldan. Así escriben la historia los “ganadores”
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