lunes, 28 de diciembre de 2015

LA SOCIEDAD ENFERMA DE MUNILLA



LA SOCIEDAD ENFERMA DE MUNILLA
El obispo de San Sebastián nos descubre que los resultados de las elecciones muestran que somos una sociedad enferma. Será porque el PP no ha logrado la mayoría absoluta ni Ciutadans los votos suficientes como para formar, que es lo que dará estabilidad, aunque haya un 25% de paro, que se  ayude a rescatar a la banca o que se reduzca el ruido de la corrupción generalizada?. Quizá le parezca una enfermedad que Podemos haya tenido 69 diputados y obligue a formar un gobierno progresista que denuncie el Concordato con la Santa Sede e investigue las inmatriculaciones a favor de la Iglesia Católica  a través de leyes franquistas?. Podría hacer referencia Monseñor Munilla a  Navarra,  la de los requetés con escapulario y  enterrados en las cunetas,  a un gobierno compuesto por fuerzas que expresan su satisfacción de ser parte de Euskal Herria. Nadie le  niega su derecho ay la libertad para expresar sus criterios sobre lo que considere oportuno, sería  limitar la democracia, pero es preciso señalar que opiniones tan opuestas a la dinámica renovadora que está imprimiendo el Papa Francisco  convierten a la comunidad católica en residual,  su doctrina contraria a sentimientos sociológicos del pueblo vasco, que   abandona las prácticas religiosas de forma masiva, quedando en grupos minoritarios, de  personas de edad avanzada y con escasa actitud crítica respecto a las rígidas intervenciones  de Munilla quien se excede del ámbito de su misión pastoral. Debería saber interpretar que el formar gobiernos que no se ajustan a sus intereses materiales no es una enfermedad, es ejercer los derechos democráticos en libertad. Que la población cuando abandona la práctica religiosa no presupone la pérdida de valores o que no se interese por  temas espirituales, simplemente es que la línea adoptada por la jerarquía española y en especial Munilla, es considerada por los fieles creyentes una expresión de reproche a la línea de un catolicismo retrógrado que no encaja con  su evolución cultural, pero que comparte sus convicciones  expresadas  por Francisco, quien tiene que soportar en el seno  de la Iglesia la actitud rebelde de  obispos que fueron designados con la connivencia de políticos que se han  apoyado mutuamente: la Iglesia, sus privilegios y los políticos, el control ideológico de la población.


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