martes, 8 de diciembre de 2015

EL ENIGMA DE LOS ECONOMISTAS



EL ENIGMA DE LOS ECONOMISTAS
Los expertos en de cada especialidad tienden a resaltar su misión en el espacio que ocupan  según  su actividad para la  que se han formado. Los ingenieros resaltan su participación en el progreso industrial, los médicos  salvan vidas, los abogados, que contribuyen a  la justicia entre los humanos, la policía y militares   dan sus vidas para asegurarla paz en la patria.. Pero los economistas ocupan un  campo de actuación  difuso  al que se cataloga como el arquetipo de burócratas que complican más que aportan. Descubrieron que analizando los resultados históricos y con métodos complejos lograron corregir ineficiencias y aumentar la rentabilidad para los patronos. Fue su nicho profesional: hacer inferencias y previsiones sobre las expectativas futuras de los negocios o  tendencia de la economía. Esta novedosa actividad les supuso ser reconocida  su importante aportación al progreso, puesto que es obvio que  quien conoce el futuro puede reducir riesgos, incrementar la rentabilidad o liquidar negocios ruinosos. Se han acreditado en departamentos  de  prospectiva analizando las tendencias  de las finanzas mundiales, riesgos de crisis, de tensiones financieras  o  previsiones de desastres. No obstante, sus pronósticos son de escasa precisión si se analizan las predicciones de reducción de déficit, expectativas de los precios del crudo, el de la electricidad, el crecimiento o la creación de empleo que prevén las autoridades españolas, europea y mundiales. Es de resaltar, sin embargo, que los economistas son verdaderos genios para justificar las razones de las desviaciones reales sobre  sus previsiones, aunque de escasa utilidad, pues lo que sucede en el tiempo es irreversible y sólo es disculpa de sus errores. Sería preferible consultar a  videntes o echar una moneda al aire. En este aspecto El Caudillo era más práctico: para eso consultaba con el brazo incorrupto de Santa Teresa. No acertaba nunca, pero al menos era divertido y no tenía que aguantar a los eximios Economistas del Estado, De Guindos, Montoro, Soria, Solbes  y toda esta pléyade de iluminados que nos podrían ilustran sobre el modo de   solucionar la  crisis si hubieran pedido ayuda  a  expertos como Rappel,  Christine Laggarde, Draghi o participando en un club de quinielista.  Lo dijo Eistein: “No me fío del futuro, llega demasiado pronto”..





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