miércoles, 9 de diciembre de 2015

ACERCA DE LOS BANCOS DE ALIMENTOS



ACERCA DE LOS BANCOS DE ALIMENTOS
Con una potente y agresiva campaña de publicidad a todos los niveles promocionando la recogida de alimentos para atender las necesidades alimenticias más perentorias de los que carecen de lo más elemental, el resultado ha sido la recogida de más de 20.000 toneladas de alimentos en España para ser distribuidos entre los menesterosos. Una vez más se tergiversa el concepto de solidaridad y generosidad entre la población que tiene una visión caritativa y de limosna de lo que debería ser la justicia y el derecho de todo ser humano a participar con equidad de los bienes que produce  Ama Lur. Los bancos de alimentos solucionan el problema acuciante de “dar de comer al hambriento”, pero supone mantener las estructuras sociales de los que dominan sobre los que carecen de todo. Porque tienen dignidad y deben ser atendidos no al amparo de campañas de sensibilización que se promueven en “tiempo de amor fraterno”. pues deben comer todos los días y no donativos y que requerirían hacerlo con los medios económicos que ellos generasen con su trabajo y su esfuerzo. Se les dan alimentos, pero a costa de su dignidad, porque el que recibe caridad tiene que pasar por el proceso humillante de recibir gratuitamente y mostrar su agradecimiento a la mano que le soluciona momentáneamente el hambre y la vida. Esos seres humanos necesitan que los organismos públicos les provean de los medios económicos para solucionar desde la justicia su derecho a una vida digna, sin limosnas ni caridades que les debería ofender si tuvieran  capacidad para exigir sus derechos. Las instituciones tendrían que disponer de medios presupuestarios para que en lugar de alimentos y ropa que se recoge mediante campañas de “solidaridad”, recibieran medios que les permita salir de la pobreza a la que estarán eternamente abocados si se mantienen las estructuras sociales a las que contribuyen los donantes de estas limosnas, con la indigna contribución de los organismos que eluden de esta forma su obligación de ayudar especialmente a los que no  ha favorecido la fortuna de disponer de un trabajo, formación y cultura y un entorno social que les ha colocado  a los privilegiados en una posición  sin nada especial que lo justifique. La urgencia de solucionar el hambre sirve de disculpa para no plantear el drama de la pobreza con dignidad.  


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