REFLEXIONES SOBRE EL ABORTO.
Señala Hans Küng que “El pensar en el aborto como un método
de control de la natalidad, evidentemente no es respetar la vida humana. Esto
es un extremo, pero el otro es que no se permita nada…”. Continúa Küng: “La
tradición católica ha señalado que la
vida existe desde la fecundación. Pero entre esta doctrina oficial y la de
Santo Tomás de Aquino hay una gran diferencia,
pues éste considera que la animación humana es un proceso y no hay persona al
inicio, porque la persona presupone un intelecto, todo eso que distingue al
hombre del animal. Un óvulo fertilizado, evidentemente, dice Hans Küng, es ya
vida humano, pero no una persona, pues no es capaz de utilizar su capacidad
mental, que sí tendrá con el paso del tiempo. Entonces se reduce
considerablemente el problema. En Alemania, donde la legislación permite el
aborto en los tres primeros meses, se entiende que durante la evolución del
feto, cada mes se hace más grave el problema, pues ya al tercer mes se
considera que la mente está desarrollada y es capaz de usarla, aunque de forma
muy rudimentaria. No es de recibo argumentar que a pesar de todo el feto
inicialmente es vida, lo es, pero no persona, que es por lo que los expertos la
protegen de acuerdo con sus conocimientos y avances en la biología.
En cambio el contenido de expresiones como “Nosotras
parimos, nosotras decidimos” resultan rechazables éticamente a la hora de tomar
la decisión de abortar, puesto que el hijo concebido está en el seno materno,
pero no es de su propiedad. Como mínimo sería de ambos actores, aunque si se
les exigirá atención a lo largo de su vida, pero el hijo es y será un ser libre
y por tanto argumentar que se puede abortar sólo por haberlo concebido
nos retrotrae a tiempos felizmente superados. Pero es que, además, esa futura
madre vive y se desarrolla en una sociedad que la protege y a la que contribuye
como miembro de la misma. Va a ser atendida por un sistema sanitario general,
recibirá ventajas por aportar hijos que serán educados en el sistema de
enseñanza, se le capacitará para contribuir al progreso de la sociedad que a su
vez le asegurará los beneficios derivados de vivir en colectividad. Por tanto,
atribuirse la madre la capacidad para eliminar lo que va a nacer es excederse
en sus atribuciones biológicas. La comunidad tiene sus derechos y obligaciones
para con el futuro ciudadano, por tanto deberá proteger a quien ya es miembro
de ella desde que es concebido. Esa visión individualista de la propiedad de un proyecto de ser humano
por parte de la futura madre es retrógrada, a pesar de que argumente que es
progresista. Cuántas aberraciones se cometen en nombre de lo que es simplemente
comodidad y falta de responsabilidad en actos de tanta trascendencia, pero que
se frivoliza en nombre de la modernidad.
Es preciso tener rigor y estar atentos a los signos del progreso de la biología y del tecnológico
para poder evitar tener que soportar una vez más el bochorno histórico, como
condenar a Galileo por afirmar que la tierra es el centro del universo y que es
el sol el que gira alrededor de este maravilloso y lleno de vida planeta que es
el Ama Lur.
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