viernes, 21 de noviembre de 2014

AMENAZAR CON LAS PENSIONES



AMENAZAR CON LAS PENSIONES
Los políticos que están en el  gobierno sucumben a la tentación de amenazar a los jubilados con bajarles las pensiones e incluso  que se las van a anular porque no hay fondos en el sistema. Al ser un colectivo  tan numeroso, de personas conservadoras  que van perdiendo con la edad  la capacidad crítica y sienten  temor por si no pudieran cobrarlas, los gobernantes les tienen  en el punto de mira como fuerza de choque cuando se quieren imponer medidas restrictivas en los servicios sociales para atajar la crisis.  Esta manera de amedrentar es miserable e indigna de un gobierno que se considere democrático y de derecho.
Porque los políticos deberían saber que las pensiones han sido devengadas en el momento de la jubilación y tienen que ser abonadas mes a mes. La diferencia con los funcionarios  y empleados en activo radica en que sus sueldos se devengan  el último día de cada mes, lo que significa que los sueldos venideros no están devengados y por tanto no tienen derecho a su cobro, a diferencia de los jubilados, que tienen su jubilación devengada hasta su muerte. Pero es que, además, esas amenazas carecen de sentido porque si no hubiera fondos en la caja de la Seguridad Social, deberían sustraerse de otras obligaciones con la misma prioridad que otros servicios sociales y desde luego con mayor que la adquisición de armamento, barcos de guerra, aviones de combate o entregar a la iglesia lo que haya sido acordado, aunque la población considera que es indebido en un estado que se confiesa laico.  Es fácil caer en la tentación de agredir a un colectivo tan numeroso y tan poco combativo como son los  mayores que van perdiendo sus facultades. Además, los poderes públicos  se sirven de esos temores para desmovilizar a la sociedad en su conjunto porque, además, esos mayores tienen capacidad para influir en sus descendientes y son los que les frenan  sus exigencias de manera que los gobiernos tienen las manos libres para efectuar sus manipulaciones presupuestarias y dar destinos secretos a fondos que, de ser conocidos, producirían malestar  e inseguridad, como  salvar bancos, comprar armamento u ocultar operaciones que tengan que ver con la corrupción o el delito fiscal. Por ello, en relación con el juego macabro respecto a las amenazas a los pensionistas, bromas, las justas, que no son regaladas las que ahora reciben los mayores, pues las han ido acumulando a lo largo de su vida laboral. Quizá a los que no les correspondería en justicia recibir las suyas sería  a políticos y funcionarios que ahora especulan con la dignidad de este colectivo de mayores cargado de dignidad. Que el sistema económico vigente ya tiene perfectamente calculados los costes-beneficio que estos colectivos generan para la prosperidad y dinamismo de la sociedad y el resultado le beneficia.


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