“VANITAS VANITATUM OMNIA VANITAS”
Después de 18 años La Guardia Civil ha capturado al presunto
autor de la muerte de una joven en Madrid, de lo que se ha derivado un show
macabro manipulando los instintos de venganza de la ciudadanía a la que los
creadores de opinión denominan justicia. La plana mayor del instituto armado ha
colmado su dosis de vanidad en los homenajes multitudinarios de la población
por descubrir el autor después de tantos años. Sorprende que en el vecindario
de la familia de la víctima se haya celebrado la noticia con una fiesta, como si se tratara de un
acontecimiento gozoso, cuando constituye una tragedia dolorosa como es la
muerte de una persona que, aunque se le hagan homenajes , ya no volverá y por tanto quedará
como el recuerdo de un acontecimiento trágico
que al menos requeriría el respeto debido a una víctima de la violencia ejercida
por una persona que ha tenido una
conducta criminal, pero inocente mientras no se demuestre su culpabilidad. Esas
son las reglas inviolables de una justicia democrática. Los guardias no
pudiendo disimular su satisfacción, porque esas emociones son impropias
de del rigor de un cuerpo armado al que se le mentaliza para dominar sus sentimientos. Con esa elocuencia
torpe propia de militares, un capitán intentaba compaginar su perfil humano y, por otra parte, el
controlado como militar, intentando dar lecciones de didáctica para la que no
estaba cualificado. Detrás, toda la agrupación de guardias rebosante de
satisfacción sintiéndose halagada por los vecinos que festejaban una efemérides
luctuosa, sin que nadie fuera capaz de aportar un gramo de coherencia y, visto
con perspectiva, no deja de ser un rescoldo de la España profunda en la que los
detalles morbosos de episodios macabros son los que tienen mayor difusión
y constituyen las noticias de cabecera en los telediarios, sintiéndose la gente
feliz al conocer la crónica
sanguinolenta de cada crimen acompañada de la dosis de misterio adecuada. A
falta de El Caso, que con tanta “dignidad” cubrió una etapa de provocación de
los instintos, ahora tenemos instituciones que capturan a asesinos y
ofrecen crónicas precisas con la emoción que esa misión aporta, tanto a los
cuerpos armados, que no son inmune a las pompas y vanidades, como a la
población tan apasionada por la criminología.
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