miércoles, 14 de octubre de 2015

IR DE CAZA EN OREGON



IR DE CAZA EN OREGON
Esta vez ha sucedido en el Far West. El patriota  con la inspiración  de los dioses ofrece  una prueba de su amor a la patria. Para ello, en un destello de inspiración se provee  del arsenal que todo buen yankee  atesora en su domicilio. Selecciona fusiles de asalto, pistolas, lanzagranadas y  munición en abundancia y se encamina  a la escuela del barrio, según el manual. Allí procede a la ceremonia: dispara una lluvia de proyectiles contra los niños y niñas de una clase. Resultado: 12 muertos y varios heridos. Objetivo cumplido. Su culpa: eran cristianos, aunque podría haber seleccionado  a los rubios, a los que llevaran gafas o  anarak.  A continuación los SWAT le hacen papilla cumpliendo con el protocolo, antes de que el héroe se descerraje un tiro. El ingenuo Obama, con gesto serio, declara que hay que regular  el uso de las armas para evitar estos molestos episodios  que dan una imagen tan  negativa de los EEUU en el mundo.  El Presidente  debe ignorar que la sacrosanta Constitución  consagra como un derecho fundamental el uso de las armas y que el Congreso rechazará  restringirlo para preservar la libertad del pueblo soberano.. Los pueblos bárbaros  no somos capaces de comprender que la libertad  para usar armamento  los yankees es un derecho cuya anulación supondría una afrenta a la patria, aunque otros pueblos pensemos, ingenuamente, que no se deben matar a niños inocentes, aunque sea la opera prima de un patriota. Porque, según ellos, la muerte colectiva deviene en holocausto. También las condenas a muerte que se ejecutan en las asépticas cámaras de gas de prisiones de la Unión. La valiente  población gringa piensa que indultarles constituye un  signo de debilidad... Los pueblos viejos, sin autoestima, que abogamos por la misericordia y confiamos en la capacidad de regeneración de los humanos son los que contribuyen a degradar  la civilización y es  el Séptimo de Caballería el que, una vez más,  acude a  salvar a la humanidad  manteniendo los principios universales de  pena de muerte a quienes les corresponda por hallarse en el momento y en el lugar en el que el dios de la venganza ha iluminado al patriota para realizar esa sagrada misión. In God we trust.


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