LA REALIDAD DE LOS SONDEOS ELECTORALES
La experiencia y la historia de las encuestas sobre
expectativas en elecciones resulta penosa porque los resultados reales incitan a pensar que las encuestas están amañadas. Además de que
la denominada “cocina” es un
procedimiento del experto que le sirve para dar satisfacción a quien le encarga y paga el muestreo, aunque
con poca base que justifique los
resultados esperados. Lo grave es que
ante las enormes desviaciones entre los
sondeos y los resultados reales los expertos no lo consideran fracaso, argumentado
en los medios que han realizado
correctamente la encuesta, explicando
conceptos de contenido técnico-exotérico las razones de las desviaciones, como queriendo expresar que el error lo han cometido los
votantes al no ajustarse a los términos
de los sondeos. Si esos errores fueran esporádicos se les podría aplicar el
beneficio de la duda, pero es que las desviaciones son tan llamativas y
continuas que es difícil entender la
causa de que se siga confiando en estos vendedores de fantasías cuya misión es
exclusivamente predisponer a los
votantes en favor de quien encarga el estudio. Y después cobrarles los
servicios a pesar de la escasa precisión de sus vaticinios. Merece la pena
escuchar a los guros sus argumentos a la hora de explicar los resultados esperados con una
terminología pseudos científica y sobre todo el margen de error estimado con el
que se efectúa el análisis, siempre mínimo. Después de publicados los
resultados esos márgenes de error pueden alcanzar el 200 o 300%. Pero ello es
irrelevante: resaltan en los aspectos en los que se han aproximado en su
previsión, y sobre las tremendas
desviaciones desarrollan una casuística sólo entendible por iniciados, lo que
sirve para calmar a quien se la encargó;
aunque si a pesar de los errores del sondeo el interesado
resulta ganador, ya se sabe que los duelos con pan son menos y los expertos en
prospectiva seguirán siendo los protagonistas en los comicios que se convoquen
porque con frecuencia son tapados de algún instituto de renombre universal perteneciente a grupos multinacionales de la
comunicación que obtienen importantes beneficios de estos misteriosos negocios
que, aunque no aciertan nunca, su objeto es mantener la imagen del sistema
democrático tan pervertido para
controlar la opinión pública.
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