REDUNDANCIAS
Decir que una persona flaca está delgada es una redundancia.
Pero que la jueza Garbiñe Biurrun es jueza resulta un descubrimiento, pues siempre ha
tratado de exponer un perfil dialogante, no dogmático y si se le añaden un tono
jatorra y euskara durante las tertulias en las que participa, pues es difícil
ubicarle en su papel de jueza rigurosa, soberbia e infalible como se suelen
otorgar sus colegas a sí mismos por
pertenecer a ese oscuro y misterioso
espacio en el que han convertido la justicia. Tendrá que ser así para que se
les respete, aunque se les descubran rasgos humanos y de vez en cuando reciben
revolcones de tribunales internacionales no contaminados. El exjuez Alipio
Silva fue entrevistado en televisión en una tertulia en la que Biurrun
participaba. El director, poco entendido y superficial, preguntó al juez sobre
la inhabilitación a la que se le ha condenado. Su respuesta, además de docta y
muy contundente en sus argumentos, hacia una crítica rigurosa respecto de la
carencia de objetividad e imparcialidad
de los tribunales españoles. Biurrun fue enfocada por la cámara mientras
hablaba Silva, apreciándosele gran nerviosismo: mostró su genuino talante de juez al salir en defensa de sus colegas atacando al entrevistado con
argumentos poco consistentes. Mientras,
Silva escuchaba pacientemente el
ciempiés que constituían sus endebles puntos de vista. Biurrun había perdido su
habitual temple y dominio de las cámaras y reaccionó como jueza. Uno se pregunta si el juez nace o se hace, puesto que además de aprenderse
y aplicar leyes y más leyes para que el
común no pueda entender los juicios y las
sentencias, parece que su característica principal es el corporativismo y transitar entre la
certeza y la soberbia. Son esas señas de identidad las que les hacen ser temidos por la
ciudadanía, a pesar de que algunos/as hayan descubierto que conviene
envolverse en la imposible mixtura de
emitir sentencias a veces traídas por los pelos, con la pretensión infantil de aparecer dialogantes, cuidando su look de
servidores de la ciudadanía, aunque sólo en las tertulias. Lo difícil de ser
juez no es aprobar la oposición, es emitir sentencias justas e independientes. Como
colofón, elogió el trabajo de sus compañeros afirmando que la mayoría de ellos
son intachables. Qué otra cosa puede decir?
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