NO EQUIVOCARSE: LA CARIDAD ES LO OPUESTO A LA JUSTICIA.
La diferencia está en que la caridad es una actitud
voluntaria que puede cesar cuando así lo decida quien tiene esos sentimientos.
La justicia es exigible por derecho y no queda condicionada a estados de ánimo
de los que la ejercen. Esta aparente obviedad no es tal al menos como actúan
los gobiernos y organizaciones para luchar contra la pobreza. Los Estados estimulan
la creación de sistemas de protección privados en forma de ONGs o infraestructuras
caritativas que crean las diferentes iglesias que se encargan de recaudar
ingentes cantidades de fondos por medio de una publicidad muy sofisticada para crear en la población
conciencias amargadas a base de imágenes
que le muestran los medios de difusión. Estas entidades están sustituyendo con
sus limosnas y caridades la obligación de las administraciones públicas que
deberían cubrir las necesidades básicas de la población más vulnerable con
fondos recaudados por la vía de los
impuestos. Por tanto, los Estados están tergiversando la exigencia de justicia dándoles
un tono de caridad romántica y voluntarista, apoyado por una presión mediática
a la población para que por lástima, por
mala conciencia o por una deficiente formación que reciben de los sistemas educativos,
quienes potencian valores como la
caridad humillante y oculta los de justicia que son los que tienen que ir a la
raíz de la pobreza severa en la que vive un tercio de la
humanidad. Los gobiernos han incentivado la creación de sistemas privados de caridad-limosna mediante
estructuras organizativas gigantes cuyo coste de mantenimiento y gestión resta recursos para que los pobres supervivan
y para que se mantengan pasivos y no provoquen revoluciones. Con sus imágenes
agresivas en los medios que muestran a
colectivos en países lejanos mostrando niños sufriendo hambruna, hospitales con
pacientes hacinados, con la intención de que se mantengan las poblaciones de
los países desarrollados en su mala y poco formada conciencia en la exigencia de justicia y así limpien sus
conciencias donando lo que les sobre y así se sientan redimidas. Mientras, las
tragedias y catástrofes mundiales mueven
a los Estados a realizar campañas agresivas de recogidas excepcionales de
fondos cuyo destino final es siempre una
cruel incógnita. Esos sistemas de organizaciones que deberían ser financiadas
con impuestos constituyen oscuras coartadas para perpetuar este sistema inmoral.
La misión de las ONGs y organismos eclesiales deberían ser principalmente de
denuncia por medio de estudios e informes que evidencien estos submundos de
manipulación y utilización de la pobreza con fines estratégicos.
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