domingo, 20 de abril de 2014

NO EQUIVOCARSE: LA CARIDAD ES LO OPUESTO A LA JUSTICIA



NO EQUIVOCARSE: LA CARIDAD ES LO OPUESTO A LA JUSTICIA.
La diferencia está en que la caridad es una actitud voluntaria que puede cesar cuando así lo decida quien tiene esos sentimientos. La justicia es exigible por derecho y no queda condicionada a estados de ánimo de los que la ejercen. Esta aparente obviedad no es tal al menos como actúan los gobiernos y organizaciones para  luchar contra la pobreza. Los Estados estimulan la creación de sistemas de protección privados en forma de ONGs o infraestructuras caritativas que crean las diferentes iglesias que se encargan de recaudar ingentes cantidades de fondos por medio de una publicidad  muy sofisticada para crear en la población conciencias amargadas  a base de imágenes que le muestran los medios de difusión. Estas entidades están sustituyendo con sus limosnas y caridades la obligación de las administraciones públicas que deberían cubrir las necesidades básicas de la población más vulnerable con fondos  recaudados por la vía de los impuestos. Por tanto, los Estados están tergiversando la exigencia de justicia dándoles un tono de caridad romántica y voluntarista, apoyado por una presión mediática a la población para que por  lástima, por mala conciencia o por una deficiente formación que reciben de los sistemas educativos, quienes potencian valores como  la caridad humillante y oculta los de justicia que son los que tienen que ir a la raíz  de la  pobreza severa en la que vive un tercio de la humanidad. Los gobiernos han incentivado la creación de  sistemas privados de caridad-limosna mediante estructuras organizativas gigantes cuyo coste de mantenimiento y gestión  resta recursos para que los pobres supervivan y para que se mantengan pasivos y no provoquen revoluciones. Con sus imágenes agresivas  en los medios que muestran a colectivos en países lejanos mostrando niños sufriendo hambruna, hospitales con pacientes hacinados, con la intención de que se mantengan las poblaciones de los países desarrollados en su mala y poco formada conciencia  en la exigencia de justicia y así limpien sus conciencias donando lo que les sobre y así se sientan redimidas. Mientras, las tragedias y catástrofes mundiales  mueven a los Estados a realizar campañas agresivas de recogidas excepcionales de fondos cuyo destino final  es siempre una cruel incógnita. Esos sistemas de organizaciones que deberían ser financiadas con impuestos constituyen oscuras coartadas para perpetuar este sistema inmoral. La misión de las ONGs y organismos eclesiales deberían ser principalmente de denuncia por medio de estudios e informes que evidencien estos submundos de manipulación y utilización de la pobreza con fines estratégicos.


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