domingo, 6 de abril de 2014

EL DE SOCIEDADES: UN IMPUESTO PERVERSO



EL DE SOCIEDADES: UN IMPUESTO PERVERSO.
El objetivo  de este impuesto tiene dos vertientes, la recaudadora y la redistribuidora de rentas para la potenciación de la actividad mercantil. Como impuesto directo, es más justo, aunque se le ha considerado de favorecer los intereses de los empresarios en contra de los trabajadores, por eso se han eliminado las desgravaciones y bonificaciones por creación de empleo, por fomento de las  inversiones y por I+D+I, porque la demagogia ha asociado a los apoyos a la empresa con favorecer a sus propietarios. Estas son las creadoras de empleo que logran a base de fomentar la actividad comercial  y obtener beneficios. Una manera de  potenciar la empresa es mantenerla tecnológicamente en posición competitiva, tanto capacitando la profesionalidad de su plantilla, como invirtiendo en maquinaria o  apoyando el acceso a  otros mercados más rentables. Por tanto la política fiscal que permite a las empresas ser más competitivas pasa por crear empleos más competitivos y mejor retribuidos e inversión en tecnología, lo que redunda en la creación de riqueza para la comunidad, fortaleciendo la capacidad financiera y el progreso tecnológico. Como se comprenderá, la reinversión de beneficios potencia la autofinanciación, que sería lo contrario a repartirlos entre los socios, que en ese caso deberían ser gravados como rentas de capital  al debilitar su capacidad de autofinanciación.. Por eso las desgravaciones fiscales en este impuesto de Sociedades en una concepción moderna y progresista debería fomentarse incluso hasta que la cuota llegue a ser cero si se cumplen los requisitos legales. Pues, aunque es cierto que supone reducir los ingresos fiscales de la Hacienda, es que una política impositiva inteligente  debe contemplar las ventajas indirectas que se derivarían de crear más empleo mejor retribuido y de mayor calidad, además del efecto que produce en la economía que se invierta en nueva tecnología avanzada o en internacionalizar sus mercados. Incluso deberían reducirse los costos sociales sobre las empresas, pues ello supone dificultar  precios competitivos. La Seguridad Social no tienen por qué cubrir sus costes con cuatas, si no se recauda suficiente, que sea financiada vía impuestos, como lo son defensa u otros gastos improductivos. Tantos expertos en derecho fiscal y no han sido aun capaces de tener la audacia como para entender que el impuesto de Sociedades es un instrumento cuyos efectos sobre la economía productiva son decisivos.

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