EL JUEZ ELPIDIO JOSÉ SILVA.
Con apariencia de torpe y desgarbada y con una figura entre
cómica y quijotesca, en las apariciones en la televisión defendiendo su
posición ante las aparentes humillaciones a las que le están sometiendo
otros jueces, fiscales y estamentos
judiciales superiores, surge una
personalidad amable, dialogante, aguda y segura de sí mismo, que parece que
dispone de información capaz de crear una crisis que vaticina apocalíptica. Los
hechos le van dando la razón y la denuncia que se le hizo por encarcelar a
Blesa por diversos delitos, han quedado sin efecto. Ahora pasa a atacar con
argumentos que necesariamente tienen que ser reales y verdaderos, pues de lo
contrario sería una temeridad y se expondría a bajar a los infiernos. Se
dispone a escribir un relato de todo el affaire que promete ser demoledor para
todo el estamento judicial y que, según los indicios que ha dado a conocer, va
a suponer la acusación de prevaricación contra los jueces y fiscales que han
intervenido en su salida de la judicatura y pone en tela de juicio la
independencia de los poderes que configuran la justicia. No es de desdeñar que se trate de un ajuste
de cuentas entre este mundo privilegiado y opaco de los jueces que están
mostrando tan escasa profesionalidad a juzgar por los criterios hechos públicos
por el Juez Silva. Alguien podría acusarle de que se está sirviendo de todo
para defenderse, pero el observador perspicaz puede concluir que la
independencia de algunos jueces está en entredicho. Que se tapan muchos defectos,
errores y casos en los que están implicados jueces y fiscales. Que de vez en
cuando hay noticias que explotan sin
control, como la revocación por el TEDE de la Doctrina Parot que ningún juez
tuvo el coraje de denunciar que vulneraba los principios generales del derecho.
Que la reacción ante la sentencia ha sido de rabia, de humillación y que han
tratado de defender lo indefendible. Claro, todo esto y mucho más está en la
mente del Juez Silva, que parece que será el detonante para que el caso Blesa y
el de Caja Madrid sea conocido en sus más tenebrosos detalles y que el citado
juez se trasforme en águila poderosa por ser portadora de la verdad, desde el
humillante lugar que le habían colocado sus acusadores con bases tan
superficiales y erróneas que, a la vista está, no pueden servir para una
acusación con criterios sólidos. Una vez más es hora de reivindicar los jurados
populares y dedicar a los jueces a tareas menores, como archivar, llevar
notificaciones de desahucio y participar en tertulias, escribir artículos en
los que muestren el contrate entre lo que saben de leyes y cómo lo aplican.
Sería la gran aportación de los jueces que saben muchas leyes, pero que tienen
personalidades bipolares.
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