martes, 21 de mayo de 2013

AYUDAS DEL ESTADO A LA BANCA



Ayudas del Estado a la banca.


La ciudadanía se interroga respecto al importe de las ayudas que el Estado ha puesto a disposición de la banca para evitar su quiebra. Los datos que se manejan son erráticos porque los conceptos y objetivos son muy diversos, y los  que publica el Gobierno son confusos porque segrega las ayudas directas de los avales y otras vías de financiación. Recientemente ha aparecido en un periódico nacional que todas las ayudas sumadas al día primero de mayo se elevan a 216.000 millones de €, lo que equivaldría en las antiguas pesetas a 36,3 billones. (Un  billón es igual a un millón de millones). Es decir, las ayudas equivalen al 21 % del PIB..
En el  discurso en el Congreso de Diputados sobre la situación y problemas de la banca, Rajoy expresó su firme decisión de que la salvación  no le constaría nada al Estado. Una contradicción más que demuestra la fiabilidad de nuestros gobernantes y la discriminación que supone otorgar los fondos que sean necesarios para salvar a una banca mal gestionada, que ha cometido tantas irregularidades, abusos y tan pocos síntomas de arrepentimiento,  que contrasta con la  frialdad y desprecio que demuestra tener con la ciudadanía que  ve sus  derechos recortados, que pierden sus trabajos y sus viviendas como consecuencia de esas entregas siderales a los bancos para recomponer sus confusas cuentas.
Parece grotesco el espectáculo triunfalista y engañoso de de Guindos y Rajoy en su aparición ante los periodistas, cuando España tuvo que recurrir al rescate de 100.000 millones de € a Europa para salvar del colapso inminente del sistema bancario español. De Guindos manifestó: “no se trata de un rescate sino de de un préstamo en condiciones muy favorables y no serán los contribuyentes quienes lo paguen con medidas fiscales o recortes, sino los bancos beneficiarios.”. Rajoy fue más allá y señaló triunfante que en la negociación no  actuó bajo presión, y que, si no pareciera poco elegante, diría que él era quien  había impuesto sus condiciones a los  negociadores europeos. Como decía el cínico: “Algunas mentes abiertas deberían cerrar por obras”

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