ENTREVISTA O INTERROGATORIO
No quedó claro si fue
entrevista o un interrogatorio al que sometió Jordi Evole al President de la
Generalitat, Puigdemont, a juzgar por el
tono grosero que empleó. Este periodista tan agresivo comete una gran falta de respeto y educación al provocar la
ruptura del hilo argumental interrumpiendo continuamente a quien en
principio era su interlocutor y l que convirtió
ante la audiencia en sospechoso de sedición. Empleó el siempre fácil recurso de
coger el rábano por las hojas
presentando opiniones del President tomadas en contextos muy diversos
que descomponen cualquier intento de diálogo. Cuando no era interrumpido por el
oportunista provocador, Puigdemont explicaba sus puntos de vista de una manera clara, didáctica y entendible para quien acuda de buena fe,
vigilado por la mirada inquisitiva de quien parecía que tenía como misión
desacreditar al lider del movimiento independentista de una parte de la nación
española a la que no tuvo empacho en defender con fanatismo como si fuera un dogma la rancia deposición
filosófica de Calvo Sotelo: “Prefiero
una España Roja a Rota”. Ni que decir
tiene que la entrevista tuvo la máxima difusión, pues se anunció profusamente. Las alabanzas fueron generales
en los territorios de la España
Profunda, no en Catalunya ni en Euskal Herria, cuya entrevista ha sido considerada una tentativa de las muchas
urdidas por periodistas bien retribuidos
que participan en las tertulias de medios cuya supervivencia está condicionada
a la publicidad oficial de la que se benefician de la información filtrada por los servicios de oficiales
para que haya buena sintonía entre los
aparatos de propaganda del estado y así tener controladas mentalmente a las masas. En ese ranking de periodistas y
opinion makers que se arrastran por las alcantarillas
del poder existen clases: los privilegiados que reciben información
seleccionada y con el sello de “muy confidencial”: Evole, García Ferreras , Ana
Pastor y otros pocos bien retribuidos a cambio de sus “servicios”. Otro grupo cuyos
iconos podrían ser Eduardo Inda, Paco
Maruhenda, Iñaki López, Mamen Mendizábal, quienes actúan de provocadores mediocres y que
contribuyen a intoxicar a las audiencias en prime time a masas sin criterio y que son los pastores de las ovejas que van felices al matadero. Merece, sin embargo, resaltar la existencia
de un grupo de periodistas que se ganan la vida honestamente y que gracias a su
trabajo arriesgado y complicado fluye una información valiosa y contrastada que
es vigilada por los servicios secretos. Estos periodistas son los que mantienen
en la población la esperanza de fomentar una información veraz que descubre a los políticos que la tienen
secuestrada y a quienes se debería estar agradecidos por los que buscan la verdad. En un país sin
prensa libre los ciudadanos son súbditos.
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